Deidades de Ixtenco preservan una tradición ancestral en Tlaxcala

Deidades de Ixtenco definen una visión palpable del mundo sagrado que, según expuso el antropólogo del INAH Jorge Guevara Hernández durante la última sesión de 2025 del Seminario Interno de Investigadores del Centro INAH Tlaxcala, explica cómo la comunidad yumhu mantiene prácticas que enlazan tiempos prehispánicos con ceremonias vigentes mediante ritos profundamente vinculados al agua y al territorio ancestral.
Los habitantes de Ixtenco sostienen una relación tan directa con lo divino que, lejos de considerarlo una representación simbólica o imaginaria, lo integran en la vida diaria a través de relatos, ceremonias, procesiones y resignificaciones que siguen vigentes gracias al arraigo comunitario, tal como lo demuestra la investigación realizada en 2018 que permitió identificar la continuidad ininterrumpida de los dioses de la lluvia desde época prehispánica hasta los rituales católicos adaptados a la cosmovisión yumhu.
El estudio presentado por el investigador, titulado Los dioses propios de los yumhu contemporáneos, profundiza en la manera en que estas correspondencias simbólicas se manifiestan con especial fuerza en la figura de Mixcóatl, quien ha sido resignificado dentro del culto a san Juan Bautista, ya que la comunidad reconoce en su gesto —alzando el brazo con el agua bautismal— una representación evidente de su papel como dueño del líquido vital, reforzada por la coincidencia de que su festividad ocurre el 24 de junio, fecha que marca el inicio de la temporada de lluvias y el cambio de ciclo climático en la región.

Continuidad mítica entre ciclo agrícola y prácticas sagradas

La imagen de san Juan Bautista adquiere una dimensión simbólica aún más profunda al ser vestida con una zalea de borrego, lo que permite que los yumhu lo interpreten como un nahual, mostrando que la comunidad ha conseguido integrar elementos cristianos en narrativas de origen ancestral sin perder su sentido original, sino enriqueciéndolo mediante nuevas capas de interpretación espiritual.
Guevara Hernández señaló que esta resignificación se evidencia claramente durante la procesión nocturna en la que el santo recorre un quincunce compuesto por cuatro altares ubicados en puntos cardinales y una iglesia central, formando un mapa ritual que refleja la organización del cosmos prehispánico y permite que el “dios de la lluvia” bendiga las plantas de maíz colocadas a su paso, reforzando así la conexión entre agricultura, espiritualidad y temporalidad.

Entidades ancestrales asociadas a la lluvia

La figura de la reina o señora de la lluvia constituye otro pilar esencial de la cosmovisión yumhu, ya que se cree que reside en la montaña Matlalcueyetl, o Mesameme, entendida como una entidad femenina que une los elementos mujer–montaña–agua–serpiente, formando una tétrada sagrada que simboliza protección, fertilidad y equilibrio natural, además de ser protagonista de numerosos relatos locales que hablan de su poder.
De acuerdo con testimonios recogidos durante la investigación, existen narraciones sobre personas que afirmaron haber sido invitadas a entrar al interior de la montaña y pasar una noche en el palacio de la reina, aunque al salir descubrieron que en el exterior habían transcurrido décadas, lo que evidencia una percepción del tiempo profundamente ligada a lo sagrado y una fuerte creencia en la capacidad de ciertas deidades para alterar la temporalidad humana.

Presencias protectoras en textiles tradicionales

Los bordados de las camisas otomíes, elaborados por mujeres de Ixtenco, muestran representaciones de fauna y flora procedentes de la montaña sagrada, como serpientes, venados y águilas, que no solo embellecen las prendas sino que funcionan como símbolos protectores que narran historias de la comunidad, convirtiendo cada prenda en un documento cultural que preserva la memoria yumhu a pesar del riesgo que enfrenta su lengua originaria, pues según datos del INEGI solo quedan menos de 300 hablantes.

Símbolos rituales en riesgo de desaparecer

La comunidad otomí de Ixtenco es reconocida como el último bastión yumhu en Tlaxcala, por lo que la transmisión intergeneracional de su lengua, rituales y conocimientos se ha convertido en un desafío urgente, especialmente ante un contexto donde la globalización, la migración y la disminución del número de hablantes amenazan la continuidad de una tradición que ha perdurado durante cientos de años.
Aun así, las prácticas rituales relacionadas con el agua, la montaña y el maíz permanecen activas y visibles, lo que demuestra que la comunidad mantiene un compromiso profundo con su identidad, reforzado por espacios de análisis como el seminario del INAH, cuya próxima sesión se celebrará el 30 de enero de 2026 con la ponencia sobre sistemas de cargos y prácticas de poder intracomunitarias, disponible para consulta pública en su área de Difusión.

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