Vestido bordado de Tlaxcala fue portado por Sheinbaum
El Vestido bordado lucido por la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, durante el primer Grito de Independencia encabezado por una mujer, fue confeccionado con gran dedicación por la artesana Virginia Verónica Arce Arce, originaria de San Isidro Buensuceso, comunidad nahua a los pies de La Malinche, quien expresó con emoción y orgullo que su trabajo formara parte de un acto histórico que quedará grabado en la memoria nacional.
Orgullo de una tradición heredada
Virginia relató que aprendió el arte del bordado a los 15 años, gracias a la enseñanza de su padre, Delfino Reyes Arce Cepeda, quien ha dedicado más de seis décadas a perfeccionar y transmitir la técnica de bordado a máquina de pedal, y que, aunque en su infancia no tuvo la posibilidad de estudiar debido a la falta de recursos, encontró en este oficio no solo una forma de sustento, sino también una vocación de vida que ha cultivado con constancia durante más de 25 años.
Detalles únicos en la confección
El vestido fue el resultado de un trabajo conjunto con la diseñadora Rocío Castro, quien estuvo a cargo de la confección y el corte de la prenda, mientras Virginia se encargó de bordar cada detalle sobre una tela en tono morado que destacó con bordados en gris y destellos púrpura, logrando un diseño inspirado en la flora y fauna del entorno natural de la Malinche, lo que convirtió la prenda en un reflejo de identidad, raíces culturales y conexión con el territorio.
Una obra que simboliza resistencia cultural
Para la artesana, lo que el público vio como un instante de belleza en televisión representó meses de esfuerzo y largas noches de concentración en las que cada puntada llevaba consigo no solo paciencia y técnica, sino también un profundo sentimiento de pertenencia y un compromiso por preservar una tradición que, aunque en ocasiones poco valorada, forma parte del legado cultural de su comunidad y del país.
Reconocimiento a la labor artesanal
Virginia subrayó que ver a la presidenta Sheinbaum portar una prenda con su bordado fue un triunfo colectivo para todas y todos los artesanos, porque significa que el trabajo artesanal puede ocupar un lugar en escenarios de relevancia nacional, lo que además abre la puerta a que más personas reconozcan la importancia de valorar y respetar el esfuerzo invertido en cada pieza, evitando el regateo que muchas veces desanima a quienes dedican su vida a este arte.
Desafíos y esperanza para el futuro
Aunque reconoció que el camino no ha sido fácil debido a la falta de reconocimiento y al bajo valor que a veces se da a las artesanías, insistió en que momentos como este ayudan a visibilizar la riqueza cultural de su comunidad y motivan a que las nuevas generaciones continúen con el bordado, ya que, más allá de ser un oficio, representa una manera de mantener vivas la identidad y la resistencia cultural frente a la homogeneización de la moda industrial.
Colaboraciones en el ámbito estatal
Además de este reconocimiento nacional, Virginia ha colaborado en distintas ocasiones con la gobernadora de Tlaxcala, Lorena Cuéllar Cisneros, para quien ha elaborado trajes con bordados en eventos políticos y culturales de gran relevancia, lo que le ha permitido consolidar un camino que combina tradición con visibilidad, y que demuestra que el talento local tiene un valor incalculable cuando se le da el espacio que merece.
Un mensaje para valorar la artesanía
Finalmente, Virginia envió un mensaje claro: el bordado no debe ser visto solo como un trabajo manual, sino como una expresión de cultura y de historia viva que se transmite a través de generaciones, y pidió que las personas no regateen el precio de las piezas porque cada prenda lleva en sí misma horas de esfuerzo, creatividad y dedicación, además de un significado profundo de identidad colectiva que no debe perderse.