La contaminación del río Atoyac requiere soluciones inmediatas para garantizar el derecho a un medio ambiente sano.
La restauración del río Atoyac y sus afluentes sigue siendo un tema crucial en Tlaxcala y Puebla. A más de siete años de la recomendación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), el saneamiento de las aguas contaminadas por la industria sigue siendo insuficiente, afectando a miles de habitantes.
La lucha por un Atoyac limpio
El saneamiento del río Atoyac ha sido una exigencia constante desde hace más de una década. Organizaciones como la Coordinadora por un Atoyac con Vida han denunciado la falta de acciones efectivas por parte de las autoridades. En 2011, se presentó una queja ante la CNDH, que en 2017 emitió la recomendación 10/2017. Sin embargo, los avances han sido mínimos.
Sustancias tóxicas en la cuenca
Estudios recientes han revelado la presencia de sustancias altamente tóxicas en la cuenca del Alto Atoyac, como metales pesados, compuestos orgánicos y cloruro de vinilo. Estas sustancias continúan afectando tanto el agua como el aire y los suelos cercanos, poniendo en riesgo la salud de miles de personas. Las investigaciones del Conahcyt confirman que el nivel de contaminación no ha disminuido significativamente.
Falta de acción gubernamental
A pesar de los esfuerzos millonarios invertidos en plantas de tratamiento, las autoridades locales y federales no han logrado resultados palpables. Las plantas no han reducido los niveles de contaminación, y el saneamiento sigue siendo una promesa incumplida.
Exigencias de la comunidad
Organizaciones comunitarias exigen un plan integral que regule las emisiones industriales y evite que las empresas continúen arrojando aguas tóxicas al río. También se pide un diálogo con el gobierno para crear un verdadero plan de restauración y atención a las personas afectadas por enfermedades derivadas de la contaminación.
Acciones futuras
El reciente compromiso de la presidenta Claudia Sheinbaum de limpiar el Atoyac es visto con esperanza. Sin embargo, se exige que las comunidades afectadas participen en el diseño y ejecución del plan para garantizar su efectividad.
Conclusión
La lucha por un Atoyac libre de contaminación continúa. Las comunidades y organizaciones mantienen su demanda de acciones reales para restaurar el río y proteger la salud de quienes habitan en su cuenca.
