* La presión social hace que todos le entren al mismo juego: juzgar
México, 13 Sep Redacción.- “¿Ya viste a esas vestidas, por qué tienen que ser tan afeminadas?” Pregunta un joven a su amigo, mientras las observan caminar por la avenida Paseo de la Reforma rumbo a un centro comercial, en la Ciudad de México.
Este, aunque puediera ser el comentario de cualquier joven heterosexual, lo hizo alguien que pertenece también a la comunidad Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Transgénero, Travesti e Intersexual (LGBTTTI), que también han sufrido discriminación dentro de sus propias filas.
Y es que si bien, dicha comunidad es una de las que más discriminación padece, pues 12 por ciento de las personas en la capital la ha sufrido, de acuerdo con la Segunda Encuesta sobre discriminación del Copred, una investigación señala a la misma comunidad como actor principal que los lesionan o discriminan.
La investigación sobre discriminaciones que enfrentan las personas LGBTTTI, de la Fundación Arcoíris, organización que trabaja a favor de personas discriminadas por su sexualidad o identidad de género, señala a la misma comunidad como actor principal que los lesionan o discriminan.
Es decir, ellos preguntaron a sus miembros de quiénes han recibido mayor discriminación y algunas poblaciones, en especial las mujeres trans, refieren padecerla de la propia comunidad lésbico-gay, destaca su coordinadora general, Gloria Angélica Careaga Pérez, en entrevista con Notimex.
Expone que el movimiento LGBTTTI, como cualquier otro movimiento, parte de la sociedad, y la estructura discriminatoria que prevalece en México, los hace parte de ello, por lo cual también han aprendido a replicar esa información.
Existen personas dentro de la comunidad, como lesbianas, gays o trans que reproducen la homofobia, y en ese sentido el sexismo y el racismo, algo que, aunque les atañe, también lo hacen.
“Malditas lesbianas y bugas (heterosexuales) que arruinan los bares gays. Si el mundo es heterosexual vayan a divertirse en él y las lesbianas, qué se yo, que construyan algo o vean el box para divertirse”, se lee en la red social de un miembro de la comunidad LGBTTTI.
Aunque en su perfil señala estar a favor de la diversidad sexual –ya que su foto luce un filtro de la bandera LGBT-, también apoyar a las minorías, menciona que los heterosexuales y las lesbianas, sobre todo, se han “apoderado” de lugares que antes era sólo para homosexuales.
Patria Jiménez, fundadora del Clóset de Sor Juana, asociación de lesbianas feministas orientada a la promoción de derechos humanos de las mujeres, subraya que dentro de la misma comunidad existe discriminación en muchos ámbitos.
Desde étnica, racial, económica, hasta bifobia, transfobia y misoginia, y es un problema que se debe de resolver.
Precisa que ello se debe a prejuicios basados en la ignorancia, en lo aprendido sin cuestionamiento, y hay un elemento que lo sustenta: el poder que tienen algunos sobre otras personas porcreer ser mejor que ellos, esta cuestión de inventar desigualdades es lo que hace posible que la gente se sienta superior.
“Las bisexuales ni deberían ser parte de la comunidad, más bien son heteroflexibles, que se decidan si les gustan las mujeres o los hombres, a mí nada más que quieren para satisfacer sus necesidades cuando no las pelan sus novios”, comenta Luz, una chica lesbiana de 27 años.
Patria Jiménez señala que se habla de una sociedad poco informada, ignorante de lo que son los derechos humanos, y no se toma en cuenta que ninguna condición humana debe ser sujeta a discriminación.
Así, la presión social hace que todos le entren al mismo juego: juzgar, y es un ejercicio de poder hacia las demás personas, para someterlas, ignorarlas y exhibirlas, a partir de grupos que creen tener el poder en cuanto a gustos, normas y sus reglas sociales que quieren imponer.
Por su parte, Careaga Pérez resalta que hay un problema grave dentro de la comunidad y podría decirse que está centrada en la hegemonía masculina, o sea en los gays, un grupo que lucha por sus derechos, que confronta a la sociedad y trata de reafirmarse para ser aceptado, pero que también reproduce la discriminación.
Es decir, dentro de la misma población gay, se jactan de ser sexistas, discriminar a las mujeres, dicen: “guácala, yo con las mujeres nada” de manera abierta; por otro lado, en este mismo grupo se observa mayor discriminación hacia personas por su color de piel y por ser indígenas.
Lo anterior, señala, se da en las aplicaciones de citas, donde los usuarios buscan personas que no sean “obvias o no sean morenas”, refirió.
“Estás muy guapo, pero estás bien prieto, yo con los pieles rojas no me meto”, grita Pedro, un hombre con orientación homosexual de 35 años, a un joven de tez morena, aproximadamente 1.80 de estatura, ataviado con pantalones ajustados y playera blanca, que luce unos brazos marcados por el ejercicio.
De igual forma, la activista social Patria Jiménez, detalla que, a la hora del conjunto, como la Marcha del Orgullo, “todos en la comunidad nos llevamos bien, pero es la calle, lo público; no obstante, en lo privado, ahí es donde el fenómeno no se aprecia más que a través de encuestas”.
Por lo anterior, refirió, dentro de la Asociación se imparten talleres en contra de la violencia que también se ejerce dentro, por las propias poblaciones de la comunidad, sobre todo en las escuelas, donde han tenido buenos resultados.
“No seas tan jota, solo te gustan los hombres, no tienes por qué verte como mujer, o ¿Quieres ser lencha?”, comentario que le hacen muy seguido sus amigos gays a Mari, una chica transgénero de 22 años, a quien aún le da miedo mostrar su verdadera identidad para no sufrir discriminación dentro de los propios grupos discriminados.
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