8 y 9 de marzo, el comienzo de la revolución de género.

Foto: Cámara Oscura / Melisa Ortega

El día llegó, 8 de marzo, uno que, desde hace muchos años se celebra, no para reconocer a la mujer por sus atributos o su belleza, sino para conmemorar la lucha que se ha realizado por la igualdad, la equidad, «para no tener miedo».

En este 2020, que inició con los nombres de mujeres y niñas en los tabloides de los diarios escritos en tinta roja, se gritó a una sola voz que este día, y mañana 9 de marzo, serán el comienzo de una nueva revolución, “La revolución de género”; hoy con grito fuerte y mañana, con un silencio que se espera haga más ruido, que sensibilice sobre la importancia de los derechos de las mujeres a través de la cuestión ¿Qué pasaría si un día desaparecemos todas?

Las mujeres organizadas, que de nuevo portaron como insignia pañuelos verdes, morados y negros como símbolo de la libertad que buscan sobre sus cuerpos, la sororidad para sus derechos y para recordar a las que ya no están, se plantaron sobre la explanada de Palacio de Gobierno, previamente adornada con esbozos de cuerpos, para exigir nuevamente alto a la violencia de género.

Primeramente, concentradas en la parada conocida como “la virgen”, marcharon hacia el centro de la ciudad de Tlaxcala a través de la Avenida Independencia, acompañadas de pancartas, tambores y la potencia de su voz, el arma principal que usaron para reiterar, una vez más, que las mujeres son víctimas diariamente de acoso, violencia física y psicológica, violación, trata de personas y feminicidios.

Por ello, una vez concentradas en la explanada de la Plaza de la Constitución, reclamaron al estado la poca eficiencia que existe cuando de repartir justicia se trata, pues la mayoría de los casos de violencia quedan impunes, además de la falta de empatía hacia las mujeres, en su mayoría victimas de algunos de éstos delitos.

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 “Somos el grito de las que ya no tienen voz”

Foto: Cámara Oscura / Melisa Ortega

Para honrar a las mujeres y niñas que pasaron a formar parte de la estadística del feminicidio, gritaron sus nombres, que estaban escritos en cruces que colocaron alrededor de una ofrenda. Pamela, Angélica, Ruth, Petra, Caridad, Cristina, fueron algunos de los nombres.

Después de clamar por ellas, dentro del circulo que formaron alrededor de la ofrenda, dieron el uso de la voz, a través del megáfono, a todas aquellas que quisieran expresarse.

“El estado no me cuida, me cuidan mis amigas”

Una joven, aun cuando los nervios le cortaban las palabras, externó su repudio al acoso callejero y las violaciones a las que están expuestas las mujeres solo por ser mujeres, y explicó que ella, quizá por primera vez, no tuvo miedo de expresarse, porque se sentía segura entre todas las demás y deseó que ninguna otra tuviera miedo de nuevo.

Foto: Cámara Oscura / Melisa Ortega

Así mismo, entre bailes, gritos efusivos y puños en alto, mujeres de todas las edades comenzaron a encorar “alerta”, “un violador en tu camino”, “el estado no me cuida”, “El beso en la boca es cosa del pasado, la moda ahora es, tumbar al patriarcado”, entre otras.

Al final del encuentro, las mujeres colocaron sus diferentes pancartas en las paredes del complejo de Palacio y Secretaria de Gobierno. Las pancartas también sirvieron para expresar los distintos pensamientos de las manifestantes, como el acoso que se sufre en las escuelas, recientemente expuesto en la UATx, consignas de apoyo de madres y abuelas a sus hijas.

“No somos histéricas, somos históricas”

Foto: Cámara Oscura / Melisa Ortega

Aunque no fue el caso de Tlaxcala, en otros estados, incluso en Ciudad de México realizaron pintas y banalizaron monumentos históricos, al igual que la marcha anterior en la que los colectivos feministas y mujeres expresaron su repudio a la autoridad, a la prensa, por el caso de Ingrid Escamilla y la niña Fátima, víctimas de violación y feminicidio.

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Como parte de las mujeres que alzaron su voz, una de ellas reclamó que a la gente le molestan más las marchas que los feminicidios, y sentenció que habrá sangre, violencia y destrucción para poder hacer real la revolución de género, pues ¿qué revolución no ha sido así?

Familia que acució, en compañía de su perro Hamilton, a la marcha feminista de este 8 de marzo. Foto: Cámara Oscura / Melisa Ortega

Fotos: Alejandro Ancona // Melisa Ortega