Nativitas, Tlax. 29 septiembre de 2020.
A partir de este lunes, cientos de peregrinos comenzaron su arribo al santuario de San Miguel del Milagro, para pedir y orar por sus seres queridos fallecidos o que se encuentran delicados de salud, debido a la pandemia por SARS-CoV2.
Este santuario es uno de los dos templos más visitados en el estado de Tlaxcala, que recibe a feligreses procedentes de otros estados, pero debido a la pandemia por coronavirus, diferentes festividades religiosas fueron suspendidas para evitar la propagación del virus entre la población.
Sin embargo, los feligreses comenzaron su visita al santuario desde el día de ayer, aunque en menores cantidades y con la principal preocupación de pedir al San Miguel por la pronta recuperación de los estragos por ésta pandemia.
La celebración en tiempos de pandemia
La leyenda cuenta que fue en el año de 1631 cuando a un indígena, llamado Diego Lázaro originario de San Bernabé Capula, se le apareció el arcángel Miguel para señalarle el lugar de un pozo de agua milagrosa y quién le ordenó contarle de su existencia a familiares y vecinos.
389 años después, este lugar se ha convertido en un santuario visitado por fieles que realizan un peregrinaje desde estados como México, Puebla, Hidalgo, Morelos, Oaxaca y Ciudad de México.
En años anteriores, miles de peregrinos realizaban su viaje al santuario con el propósito de pedir diferentes favores y bendecir sus imágenes con agua bendita. Días previos, los cuetes se alzaban para chillar sobre el cielo y los comerciantes aprovechaban la visita para ofrecer sus productos.
Esta vez, con los estragos que ha provocado la pandemia por coronavirus en todo el mundo, la cifra de peregrinos se redujo considerablemente, no obstante, algunos decidieron arriesgarse para pedir por el descanso de sus fallecidos (la mayoría a causa del Covid-19).
Así mismo, la rutina del visitante continuó de la misma forma, y aunque se intentó implementar las medidas de sanidad –como el uso de gel antibactarial antes de ingresar a la iglesia-, la mayoría de los fieles hizo caso omiso a las recomendaciones.
En su peregrinar a caballo, a pie o en automóvil, los fieles arribaron al lugar para dejar una veladora en el sitio donde reposa la imagen del arcángel Miguel. La veladora es una ofrenda al santo que los fieles depositan a sus pies para pedirle al santo buena salud, bienestar o prosperidad.
Algunos de los fieles utilizaron la veladora para “limpiarse” con ella (recorrer la cera sobre el cuerpo para que absorba los males) y le piden al santo que le cure todos sus males. Después, algunos se dirigieron a la parte posterior del santuario para hacer una visita a la imagen principal para tocar o besar el vidrio que la resguarda.
Posteriormente, como un paso obligatorio de todo peregrino, asisten a misa para llevar a bendecir sus imágenes, comulgar y para escuchar la voz del párroco nombrar a sus seres queridos, para pedir su eterno descanso o para pedir por su salud.
En este sentido, el párroco pidió hacer un gesto para que quienes pasaran a comulgar recibieran la ostia sobre la mano o directamente en la boca, en un intento por mantener las medidas sanitarias, aunque la mayoría de los fieles prefirió comulgar de la manera habitual.
En cuanto a la sana distancia, los fieles se congregaron dentro del santuario, incluso llevaron músicos para celebrar al santo y aglomerados recibieron agua bendita.
También, los comerciantes colocaron sus puestos y casetas en la explanada, para vender artículos religiosos, comida y ropa a los visitantes.
Texto: Melisa Ortega // Fotos: Cámara Oscura / Melisa Ortega | Noemi López
