Revelaciones de un misionero itinerante

27 de septiembre, 2018.

Este jueves, antes de la presentación del libro “Revelaciones de un misionero: Mi vida itinerante” que se llevará a cabo a las 6 de la tarde, el padre Alejandro Solalinde, junto con la autora Karla María Gutiérrez, ofrecieron una conferencia a medios para dar un breve adelanto de lo que será dicha presentación.

En ella, La periodista Karla María, abundó que dicho libro que aborda la vida, el testimonio y el pensamiento ideológico del padre Solalinde, cuya voz ha sido muy indispensable en el país, además de ser un agente de cambio para esta sociedad.

Destacó que ya se ha presentado el libro en diferentes sedes de la Ciudad de México, en Yucatán, Querétaro, Chiapas y Tlaxcala, y que ahora se presentará el libro en el salón soleil, ubicado en el centro de la ciudad, donde la entrada será gratuita.

“Este libro es una obra intima, es una obra integral, es una obra única, está presentada a dos voces; la primera es la del padre Alejandro Solalinde quién narra y da testimonio de diversos momentos de su vida y también de todo aquello que lo ha llevado a convertirse el día de hoy en una de las voces más importantes del país”.

“La otra voz es la que a través de diferentes recursos periodísticos incluye otras miradas u otras voces que nos permiten tener un retrato único de Alejandro Solalinde y aquí ha sido fundamental no sólo la participación de familiares del padre Alejandro, compañeros (…) quienes aportan alguna anécdota, algún episodio que nos permite tener una perspectiva más amplia”.

“La misión del padre Alejandro se intensifica día a día”.

A su vez, el padre Solalinde comentó que cada vez que presentan el libro buscan una nueva forma de cómo darse a entender, por lo que en su propia voz expresó:

“Este libro para mí, más que una biografía, es algo histórico, porque para los católicos, o para los que forman parte de la iglesia católica, es una lectura interesante del paso de Dios, es una historia de Dios, a través de una personas, en este caso soy yo, pero yo soy secundario, lo que importa es lo que Dios está haciendo”.

Describió que existe una crisis de fe en todo el mundo, y que en México los templos y las iglesias pierden cada vez más feligreses, pero enfatizó que es consecuencia de que la iglesia por sí misma no se  solidariza con la gente y no se ha adaptado a las necesidades de los tiempos modernos.

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“Dios ama la iglesia por su puesto pero no la quiere así, quiere una iglesia transformada, quiere una iglesia diferente; para tener una iglesia diferentes se necesita formar también a los sacerdotes de manera diferente”.

Citó al Obispo de Zacatecas, Sigifredo Noriega Barceló,  “que triste que la iglesia siga formando en los seminarios y que los seminaristas se estén formando para un mundo que ya no existe”.

Explicó que la formación que reciben no está de acuerdo con los acontecimientos actuales de la sociedad mexicana -de la cual no hace falta explicar cuáles son los males que la aquejan, puesto que todos los días en las noticias se pueden consultar-, y refirió que Dios quiere una iglesia diferente porque si no fuera así no estaría en “crisis”.

El sacerdote que Dios preparó de manera diferente

Relató que en su misión, desde el año 1966 cuando entró en el seminario, no ha sido de cambiarse a sí mismo, sino de ir cambiando, de no aceptar la formación convencional, pues de manera autónoma buscó una formación más cercana con la gente, laica y comprometida con los problemas de la gente.

“Yo no tengo tanto problema por cambiar y permanecer en ese nivel, porque no soy yo la pesada, la densa, la complicada institución eclesiástica (…) me ha costado trabajo luchar con la rigidez de la estructura eclesiástica, pero con pausas y retrocesos yo he podido seguir”.

Explicó que Dios lo encaminó para seguir una formación no convencional, para poder convertirse en un misionero de “nuestro tiempo”, pero cuya presencia dentro de la iglesia también ha causado no ha sido aceptado por los tradicionalismos de la iglesia.

“Este ejemplo de mi vida, que es una formación diferente, es el que ha sido aceptado por varios sectores de la sociedad, el tipo de sacerdote que soy yo. Puedo meterme en todos los ambientes, inclusive en la política sin ser político, puedo incidir fuertemente para el bien común sin ser funcionario, porque yo soy misionero, jamás voy a dejar mi iglesia, a la que amo, pero es claro que dios no es convencional y que él quería un cambio”.

Hizo referencia al libro, donde narra la historia de algunos seminaristas bajo su cargo –que estaban casados y tenían una vida libre-, estaban a punto de ordenarse con el método con el que él se formó, pero que un par de obispos echaron a perder su trabajo, “los obispos lo destruyeron todo”.

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“Esto es lo que cambió mi vida y dije, bueno pues ya no voy a hacer nunca la fundación, y ya no volví a llamar a nadie (…), pero entonces cuando todo parecía haberse apagado y que hubiera quedado en historia, esa formación de misionero itinerante por el reino de dios, de repente Dios, justamente cuando yo doy el último paso para llevar una vida anónima por el resto de mi vida y pasar el resto de mi vida oculto, es cuando empieza a cambiar mi vida al contacto con los migrantes, y es ahí cuando empieza a ser relevante la vida de ese sacerdote que Dios fue preparando de manera diferente”.

La crisis de una Iglesia en decadencia

Durante la sección de preguntas, comentó, al respecto del tema de los sacerdotes que han cometido abusos a menores de edad, que ello deviene a que la formación que la iglesia realiza impone a los sacerdotes el celibato, pero que el celibato no es a la fuerza.

Abundó que no es un problema exclusivo de la iglesia, puesto que hay pederastas médicos, maestros y por donde quiera, pero recalcó que también tiene que ver con que la iglesia no se haya podido adaptar a las exigencias modernas.

Describió que la Iglesia es una institución que se ha basado más en la estructura que en el carisma, pues el reflejo de ello es que en estos tiempos la iglesia quedó dentro de la edad media, pues a partir de ahí comenzó la emancipación de la sociedad, que se terminó de separar durante la revolución francesa, “el mundo ya nunca más está dentro de la iglesia pero la iglesia es parte del mundo”.

Describió que la centralización de dicha institución eclesiástica, donde todo gira alrededor de una iglesia o un párroco, ha ocasionado que la gente no se identifique con una iglesia que no parece humanizada y que representa todo lo contrario a lo que Jesús simbolizaba.

“Sigue habiendo ese centralismo en las parroquias que además son como tienditas, que los padres tienen que vender, sobre todo los sacramento y todo, para poderse sostener”.

Infirió a que cuando comenzó a ganar premios, él al principio no los recibía, puesto que era su obligación hacer las cosas de esa manera, pero después comprendió que los premios eran una especia de “encuesta” en el que la gente mostraba la iglesia que a ellos les gustaría tener.

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El monje como líder del pensamiento

Hay que recordar que la iglesia, antes de que existieran las instituciones educativas que hoy se conoce, fueron sedes donde se resguardaba el conocimiento,  donde surgían también los pensadores, incluso quien lideró el movimiento de independencia en México fue un cura.

Solalinde mencionó el importante papel que ha tenido la iglesia a lo largo de la historia, puesto que la revolución francesa comenzó con ideólogos que habían estudiado con los padres jesuitas, pero que poco a poco el estado se fue separando, lo que dejó en sí una iglesia renuente.

 “Ahí va por un lado el tipo de iglesia y por otro lado la iglesia que todo lo cuesta trabajo los derechos humanos, la iglesia como institución actual que no acepta plenamente los derechos humanos”.

Pues mencionó que aún existe discriminación hacia los jóvenes y hacia las mujeres, porque “no hay ninguna razón teológica, ninguna razón bíblica para excluir a las mujeres, más que el machismo, más que una mala interpretación de lo que Jesús hizo”.

Los migrantes

El padre Solalinde explicó que su empatía con los migrantes deviene a que ellos representan el camino de Jesús, pues Jesús también fue migrante, se acercaba a la gente, algo que a la iglesia actual a cargo del Papa Francisco le está costando.

“Los migrantes nos vuelven a Jesús, Jesús es migrante, el fundador de la iglesia católica es migrante, no es una persona estática, es históricamente hablando es una persona en movimiento (…) los migrantes son el signo de lo que debería ser la iglesia, la iglesia se ha instalado, se ha hecho estática, el migrante camina”.

“Lo que Jesús quiere, una iglesia en movimiento, no una franquicia (…) una iglesia que está del lado de los pobres, que no desatienda a nadie, que esté del lado de los más vulnerables y definitivamente una iglesia que esté de la lado de los derechos humanos”.

La visión de Solalinde es que pronto exista un seminario incluyente, que prepare a mujeres así como a hombres, que tenga “itinerancia”, así como los inicios de los misioneros, que se acerquen a la gente.

Texto y fotos: Melisa Ortega