Coronavirus en Tlaxcala y los que trabajan para resistir la cuarentena

«Los que se quedan». Parte del mural de Desiderio Hernández Xochitiotzin intervenido

La pequeña ciudad ha quedado vacía, se ha pedido a la población no salir de sus casas, pero hay quienes aún con el riesgo a su salud por el coronavirus, deciden resistir para sobrevivir.

El coronavirus llegó a Tlaxcala, era inminente e incluso inevitable tras quedar como el último estado sin casos registrados en México; el gobierno estatal había tomado medidas inclusive antes de que se confirmara el primer caso de Covid-19, la principal es que la población permanezca en su casa, aunque no todos pueden darse ese privilegio.

Luego del anuncio, algunas calles comenzaron a lucir vacías y otras seguían igual, en el aire se detectaba una nota de paranoia. En el siempre saturado pasillo de Los Portales, en la capital, los rostros recurrentes parecían haberse esfumado, al poco tiempo los restaurantes de la zona comenzaron a cerrar.

En cambio, en los parques había gente que transitaba como si no se percataran de la contingencia. Las familias caminaban con sus hijos, cual vacaciones; los jóvenes merodeaban despreocupados. Se comenzó con la propaganda #TómateloEnSerio

En este punto, algunos medios de comunicación comenzaron a recurrir a la desestimación social como método del ‘Clickbait’ a través de encabezados tendenciosos, puesto que hubo eventos masivos y fiestas que fueron calificadas como actos de “irresponsabilidad” que enfurecieron a la ciudadanía.

La desestimación no fue por la evidente irresponsabilidad -ya que se habían suspendido eventos masivos para romper la cadena de contagios del Covid-19-, sino por el estrato social al que pertenecen.

Dicha desestimación fue seguida por el estigma, como un menú a la carta: Contla, o cualquier otro pueblo a su gusto, con un adjetivo de irresponsables, aderezados con vergüenza; de plato fuerte, ignorantes y de postre, pobres. Escoja usted como quiere linchar mediáticamente a los ciudadanos.

Aunque nadie señalaba a los ciudadanos “responsables” que simplemente seguían con su vida normal en los pueblos grandes y ciudades. Tampoco al otro sector de la población, el que genera empatía –falsa-; los que trabajan en el círculo vicioso fuera del marco legal, pero sin prestaciones laborales, llamado informalidad.

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En el mismo periodo, se hicieron virales las publicaciones sobre gente que encajaba en el estereotipo de “pobre”; de los jodidos que venden sentados en el suelo, dispuestos a modo de lucir más jodidos, pero “luchones”; visualizando frases como “aquí estaremos hasta que el coronavirus nos mate”, que lograron romantizar la precariedad laboral y la pobreza, para ayudar de la forma más fácil, pero sin ayudar realmente.

#LosLikesNoDanDeComer

Doña Male es una de esas personas que son las primeras de las últimas en guardarse, cuya principal fuente de ingreso es el manjar homónimo de la ciudad. Su lugar de venta es la esquina del parque central donde le solían comprar tlaxcales, pero que recién comenzada la contingencia no ha podido vender ni lo de un salario mínimo.

“Hoy no he vendido ni 50 pesos. No hay nada, está bien amolado, no sé qué va a pasar. En las otras semanas traía mi chiquehuitito y vendía la tandita de 100 pesos y me iba, otros días todo me llevaba de regreso, hoy igual”.

Afirma que la gente se acerca para comprarle, pero que deciden no llevarse nada por el miedo a contagiarse. Aunque sus familiares le sugieren no salir de su casa, ella decide salir ya que de su trabajo dependen sus dos pequeños nietos que quedaron huérfanos.

Lleva 36 años viviendo de la venta de los tlaxcales, y a sus sesenta años, pese a no ser originaria de Tlaxcala, decidió seguir vendiendo en la ciudad “hasta que dios me quite la vida” … Mientras hoy decidió que será el último día que viene, por la poca venta, aunque espera salir de nuevo a vender cuando pase la contingencia.

“Le pido a la gente que me apoye en la venta de mis tlaxcales, es lo único que le pido, no les pido dinero porque a mí me gusta trabajar, sólo que me apoyen comprando mis tlaxcales”.

Foto: ACA

Al igual que ella, Don Sergio, un vendedor de helados, ha sentido el impacto económico por el Covid-19. Señala que pese a los apoyos que promete el gobierno federal, no se ve realmente la ayuda, por eso “haya o no haya, nosotros tenemos que salir a trabajar”.

“Yo tengo cuatro hijos estudiando, a lo mejor no hay tanto problema con lo de los pasajes, el problema es de las tareas que les dejan. Dicen que no quieren que se expongan, pero debemos salir a comprar material didáctico y el costo sale de nuestro trabajo, de vender todos los días helados”.

Detalla que la venta del producto bajó en un 90 por ciento, incluso en esta época de calor donde se vende mejor, sus ganancias se redujeron a tan solo un 10 por ciento.

“Nosotros pedimos que de verdad el gobierno se fije en las personas que menos tienen, a los maestros le adelantaron sus quincenas y sus bonos vacacionales, a los trabajadores de gobierno también, ¿pero a uno quién lo ayuda? Nosotros no tenemos un sueldo fijo, luchamos día a día”.

Pide que las tandas del bienestar también sean pensadas en la gente que pertenece al sector informal, además teme a que se llegue a la fase tres, pues en cuarentena total ya nadie podrá salir, más que por los insumos esenciales, pero “¿nosotros de donde vamos a comprarlos?”

Foto: ACA

En el mercado Emilio Sánchez Piedras, los comerciantes aún continúan con su rutina diaria pese a que menos gente acude a comprar. Casi todas las áreas de comercio han resentido la baja de ventas, pero no pueden parar porque “podremos dejar toda actividad, menos comer”, dice la señora Curiel mientras observa semi vacío el mercado desde su carnicería.

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Foto: ACA

La cuarentena ha demostrado “ser un privilegio de clase”. En México, poco más de 52 millones de personas, que representan un 45 por ciento de la población, viven en pobreza.

En Tlaxcala, tan sólo en el último corte del 2019, el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), a través de la Encuesta de Ocupación y Empleo (ENOE), señaló que el empleo informal llegó al 71.3 por ciento de la población Económicamente Activa, mientras que el 41.6 por ciento tenía ocupación en el sector informal.

Por si quieres ver el mural sin intervenir.

Texto: Melisa Ortega

Fotos: ACA