El mundo de “Tweet y su primo Like” activismo bajo en calorías

El mundo de “Tweet y su primo Like” activismo bajo en calorías
El mundo de “Tweet y su primo Like” activismo bajo en calorías

Si nos basáramos solo en las estadísticas web, pensaríamos que vivimos una gloriosa época de conciencia social en el mundo de “Tweet y su primo Like», pero la triste realidad, la que se vive fuera del ciber espacio, es otra.

El pasado jueves 5 de diciembre se conmemoró el Día Internacional del Voluntariado con este tema, según estadísticas de google, hasta el viernes 6 se encontraban en internet 11, 800, 000 publicaciones relacionadas.

Para decepción de los ciber revolucionarios que alegremente comparten, “instagramean y twitean” toda suerte de tópicos sociales, los comprendan o no, la viralización de denuncias y peticiones a través de la red, poco benefician a las verdaderas movilizaciones sociales en nuestro país (y en cualquier otra parte del mundo)

Para muestra un botón, pues en contraste con las más de 11 millones de publicaciones mencionadas (43 millones según Bing, hasta el pasado viernes); la cantidad real de voluntarios de Cruz Roja en el estado de Tlaxcala es de 730, número sumamente bajo en comparación con las 2,853 personas que dicen simpatizar con la delegación estatal en su página de Facebook. ¡Setecientos treinta voluntarios! en un estado con un millón 272 847* habitantes. * (inegi)

Y es que, sin satanizar el uso de las redes sociales, lo cierto es que han dado origen a una serie de vicios como las noticias falsas, el acoso, el linchamiento social y también el “activismo light”, ese que no requiere conocer los postulados de ninguna causa, no es necesario confirmar su autenticidad y lo más atractivo, no hace falta un compromiso ni una participación real para recibir la satisfacción de considerarse socialmente responsable, sólo hace falta un “clic”.

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Si bien publicar y viralizar denuncias y peticiones a lo largo y ancho de internet aporta la dosis individual de autovalidación y gratificación para muchas personas que vuelcan su vida en las redes sociales, en los hechos no se traduce en un verdadero apoyo para ningún tipo de movimiento, dado que no lo acompaña un compromiso real para resolver los problemas ya no del país, tan solo del entorno de todos esos ciber ciudadanos.

Por ejemplo, en la ciudad de Tlaxcala durante 2019 se constituyeron únicamente 20 comités vecinales  en un municipio con 90 mil habitantes y 12 comunidades*. A pesar de ello la Dirección de Participación Ciudadana no ceja en la lucha contra molinos de viento y se dio a la tarea de invitar, vía redes sociales, a conmemorar del Día Internacional del Voluntariado este 8 de diciembre nada menos que con una jornada comunitaria, esperemos que los ciber ciudadanos hayan logrado salir de la “zona de confort”. *(inegi)

Y es que la naturaleza misma de las TIC´S refuerza nuestra tendencia a evadir la corresponsabilidad que lleva ejercer una verdadera participación ciudadana.

Esto no es culpa de las redes sociales en sí, más bien es la tendencia en nuestra sociedad a propiciar la “cultura del menor esfuerzo” que se ve alimentada por este activismo de escritorio gluten free, bajo en calorías y que no requiere una aportación verdadera ni económica ni de trabajo, mucho menos una verdadera responsabilidad.

De este modo en Tlaxcala donde el 64.2% de la población hace uso de las Tics, mayormente en zonas urbanas, se cuenta con la impresionante cantidad de dos centros de protección de animales oficialmente registrados. Oprat, que actualmente sólo se contacta a través de su página de Facebook y el Centro de Adopción “Patitas Amigas”, este último ubicado en la ciudad de Tlaxcala en prolongación avenida independencia y que tristemente, para confirmar la tendencia, este último recibe más víctimas que aportaciones.

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Toda esta situación contrasta con la cantidad de “buenas voluntades” que se avocan a compartir publicaciones en todas las redes sociales conocidas y se aprestan a presentarse en las manifestaciones convocadas mediante la web.

Esta situación se repite con cada una de las organizaciones nacionales e internacionales que se nos antoje buscar. Por ejemplo “Cambia un destino.org” con sede en la ciudad de México promueve durante meses la adopción de los mismos animalitos; la cantidad de adopciones contrasta con los más de mil “like” que recibe cada publicación de Instagram, en promedio.

Un ejemplo del otro lado del río bravo es el de “North Shore Animal League America” que en ocasiones penosamente consigue 100 dólares en una colecta por internet, irónico en comparación con la cantidad de “like” que las almas samaritanas le otorgan alrededor del mundo (2 millones en promedio)

Este activismo de ficción es particularmente notorio entre los usuarios de twitter, se requieren entre 1,200 a 1,900 tweets por hora para considerarse tendencia, sin embargo esto difícilmente se traducirá en un cambio tangible y se desvanecerá aún más rápido que en el resto de las plataformas que nos ofrece el internet abierto.

Para hacer mayor el problema dada la naturaleza de validación fácil que predomina, Twitter es el nicho predilecto de las personas necesitadas de aceptación y esto hace que cualquier tópico o causa, por noble que sea, termine en una encarnizada batalla campal debido a nuestra incapacidad cada vez mayor de tolerar las diferencias de opinión, así como a la necesidad voraz de aprobación que se padece hoy día en nuestra sociedad. Todo esto, en lugar de sumar, resta al activismo.

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Como ejemplo la multiplicación de los “haters”, personas que están a favor y en contra de todas las luchas encarnizadas en las que se puedan enganchar, a un «Like» apoyan todo y nada a la vez. Seres cuya vida se limitan a las redes, pero que cada vez con mayor frecuencia llevan la violencia al mundo real, como hemos visto en los últimos tiroteos contra la población latina en Estados Unidos que, si bien estuvieron influidas por otros factores, se ven aumentadas exponencialmente por esta suerte de ciber militancia que no requiere confirmar la legitimidad de ningún posicionamiento.

Personalmente me gustaría pensar que, como todo, el mundo del “tweet y el like” también tiene sus aportaciones positivas y que de a poco transitaremos a una verdadera cultura de voluntariado. Pero la cultura de la tendencia deja un panorama verdaderamente desalentador, y el desenlace se antoja más parecido al que presenta el “Mundo Feliz” o la Europa del Gran Hermano en “l984”. Lo cual es realmente triste.