Ante el fallecimiento de dos aspirantes a la gubernatura de Tlaxcala debido a complicaciones por Covid-19, ¿Cuáles serán los retos de las instituciones para garantizar la salud tanto de candidatos como de votantes?
El día de hoy, el gobierno estatal anunció dos perdidas lamentables de funcionarios públicos, la del jefe de la Oficina del Ejecutivo, Alberto Amador Leal y la de el Secretario de Educación, Florentino Domínguez Ordoñez, ambos por complicaciones por Covid-19.
Estas pérdidas, aunque se vean lejanas por la posición en la que ambos funcionarios se encontraban -la de cargos públicos con posibilidades mayores a las de la población promedio-, deben ser un punto de partida para reflexionar sobre la letalidad del virus que desde hace más de un año sigue afectando a la población mundial.
En Tlaxcala, fue difícil llegar al color amarillo en el semáforo de riesgo epidemiológico, debido a la pasiva asimilación de las medidas de la “Nueva normalidad” por parte de la población. Sin embargo, debido al arraigo por las diferentes festividades de los últimos meses del año, aunado con la relajación de las medidas de sanidad, Tlaxcala abrazó el semáforo naranja al mismo tiempo que otros estados con mayor población.
Esta sincronía se debe a los festejos que, lejos de ser el atajo del egoísmo humano por la diversión que representan, son el ejemplo de que también las personas se resisten a dejar aquello que los hace humanos, como la convivencia, sobre todo por ser algo que se tuvo que prohibir para salvaguardar la salud de todos.
En este sentido, se ha conminado a la población alejarse de eventos que, si bien alegran el ánimo, pueden ser prescindibles por el bien de todos.
Por otro lado, si bien parte de la culpa de la aceleración de los contagios corresponde al encantador desacato de la población, hay que recordar que Tlaxcal se prepara para un proceso de renovación en los mandos de gobierno, los legislativos y municipales, lo que a miras de la obviedad se traducen en nuevos focos de contagio.
Y es que no se puede negar que lo dos personajes recientemente fallecidos bajo complicaciones por Covid-19, Joel Molina (24 de octubre) y Florentino Domínguez (27 de diciembre), aspiraban el cargo más importante de Tlaxcala.
Aunque ellos no solo eran los únicos aspirantes, pues incluso otro aspirante a la gobernatura, Juan Carlos Sánchez García “El Saga”, también padeció de Covid-19; hay que tener en cuenta que la carrera por el gobierno del estado continua.
Si bien, por ley no se puede postergar el mandato del actual gobernador [Marco Mena] en consideración a la emergencia sanitaria que aun afecta a la población, sí se debe tomar en cuenta que esta carrera, aun cuando intente adaptarse a las medidas sanitarias que dan a las posibilidades de un país en desarrollo como lo es México, está siendo una contienda mortal.
Y es que los mítines por excelencia eran las ocasiones en las que los aspirantes a los diferentes cargos de gobierno, podían reunir a sus seguidores y alardear de cuantos se sumaban sus filas en busca de un voto -muy a parte de su legitimidad o ascenso cuestionable-.
Ahora hacer proselitismo, como ya ha sido lamentablemente comprobado, es la oportunidad perfecta de provocar el contagio masivo entre la población.
Cabe reflexionar que Molina y Domínguez Ordóñez eran personajes públicos y, por tanto, sus fallecimientos concernieron a la población. Pero qué hay de la gente común que en miras de apoyar a sus candidatos terminan siendo parte de las cifras que engrosan la estadística de muertos por Covid-19.
¿Se hablará de ellos? ¿Se dirá que fue por apoyar a un candidato o aspirante? ¿Se ocultará este hecho para no alarmar a la población sobre lo peligroso que es hacer proselitismo?
Aunque las anteriores preguntas son solo suposiciones, lo que sí es seguro es que para hacer valer la ley sin afectar a terceros, el gobierno y las instituciones electorales deberán pensar en estrategias que la población respete y que permitan emitir un voto, sin que se pueda morir en el intento.
El reto es que se deberán implementar medidas que salvaguarden la salud, tanto de quienes aspiran a los cargos públicos como de los votantes. Se deben pensar en estrategias que permitan llevar el voto bajo el resguardo de la legalidad, con nuevos métodos que son urgentes efectuar y que no pueden seguirse postergando bajo el pretexto del tradicionalismo arcaico.
Esta contienda electoral en tiempos de pandemia debe ser una puerta para que, en un futuro, sea cual sea el origen y que nombre lleve la catástrofe, haya un o una líder que esté preparado para ello, allegado al poder bajo estrategias que estén a la altura del desastre.
Mel-Atl