Historia y género: La inclusión de las mujeres en la Historia

Historia y género: La inclusión de las mujeres en la Historia

Armando Díaz De la Mora

La historia se comenzó a escribir sobre la base de ser protagonizada por hombres, además de la nula participación femenina durante siglos en la vida pública. Por supuesto, cuando la narración era a partir de personajes, guerras, cambios sociales, descubrimientos. Es decir, se aplicó el paradigma positivista que invisibilizó a las mujeres.

Al iniciarse su inclusión, se hizo de manera histórica, bajo el objetivo “de recuperar sus experiencias colectivas e históricas y hacer visible su papel como agentes sociales (Nash, 1991). Por supuesto, siguiendo los cánones, se inició con la historia de mujeres notables, vistas como luchadoras en una transición social. Un abordaje de víctimas de opresión o de resistentes ante la realidad social.

Particularmente en Tlaxcala, los trabajos para historiar a las mujeres como protagonistas aún son aislados, se tiene el registro del libro de biografías “Tlaxcala, mujeres de V Siglos” de Susana Fernández, “La Participación de la Mujer en el Desarrollo Rural” de María Isabel Castillo y “Mujeres en la arena política” de Raúl Jiménez Guillén, publicado en el 2010.

 Surge ya como una disciplina, delimitada y aun con objetivos pendientes de identificar, la historia de las mujeres dentro del contexto de la historia social en el siglo XX, particularmente la nueva historia de los 70’s que buscaba la experiencia histórica de los grupos subalternos, en los que aún se incluyó en esta categoría a las mujeres.

Sin embargo, el desarrollo llegó hacia el género como un cambio basal, en donde escribir historia reconoce que “…ya no es posible escribir historias que no incluyan referencias de la existencia de las mujeres como agentes del cambio histórico y como objeto de consideraciones políticas…” (García-Peña, A. 2016).

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Resulta muy interesante la historia del Primer Congreso Feminista de Yucatán, que, si bien no se inserta en un proyecto de historia o de género, es una ventana que se abrió a la par que la construcción del nuevo modelo de sociedad mexicana.

En este primer cuarto del siglo XXI, sin encontrar homogeneidad aun en todos los países, incluso más allá, ni siquiera al interior de ellos, se hacen esfuerzos para encauzar sistémicamente los tipos de estudios que se pueden identificar, propiamente el de mujeres en general, interacción social y cultural entre los sexos, el concepto social de la semiótica del cuerpo, incluso la aun existente dominación masculina, entre otras. (Lamas, 2006).

Así, desde hace más de cuatro décadas, -que ya es un largo periodo de trabajos-, en los países que integran Latinoamérica hay estudios que colocan al género como categoría que, sin duda, ya influyen en la manera de entender la historia de la región.

Debe aceptarse, entenderse y utilizarse, la globalización a través de la internet para ampliar la perspectiva y la conceptualización para la historia de género. (Blasco, I. 2020).

La historia de la sexualidad viene cobrando relevancia más allá de solo hacer estudios históricos de masculinidades o feminidades, por lo que hay una fuerte corriente que señala no hacer de los estudios históricos un sinónimo de mujeres.

Deben realizarse mayores esfuerzos para estabilizar como política pública tangible no solo de discurso, como líneas de investigación establecidas en colegios de historia y propiciar se incorporen a la narrativa de la microhistoria, los trabajos, debates y resultados del género y la historia.

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