La novela histórica (Parte 1)

La novela histórica (Parte 1)

Armando Díaz De la Mora

La novela histórica, nació como una evolución de la novela de aventuras en el siglo XIX y podemos considerar a Walter Scott, autor de obras como Ivanhoe, que en el año de 1814 publica Wawerley, como el pionero en dotar de importancia vital a la visión romántica del pasado, aunque para otros autores “no es el fundador del género…Scudery se había anticipado al novelista escocés…” agregando que es quien por primera ocasión hace “la fusión de acontecimientos y personajes históricos con otros creados libremente”.

En el siglo XIX, con todo el auge de los nacionalismos y con las clases burguesas en busca de legitimidad, el pasado histórico era una excelente opción para encontrar valores y justificaciones para sus nuevas pretensiones sociales y políticas. Así, la novela histórica, llena de aventuras y, además, interesante para el núcleo lector de la época, comenzó su andadura por Europa a buen paso con nombres como León Tolstoi, que con Guerra y Paz logró una de las cumbres del género. En ese momento surgieron dos escritores a quien se considera los grandes del género: Alejandro Dumas y Eugenio Sué.

Para la lengua española, Menéndez y Pelayo refiere “la primitiva novela histórica española es una rama desgajada de las crónicas nacionales”, citado en el estudio crítico de González cuando habla de la primera novela histórica en español, editada en el año 1826 y donde se utiliza al guerrero tlaxcalteca Xicohténcatl como el personaje central para ese discurso independentista y nacionalista, tan necesario en los primeros años del surgimiento de México como país y que ha requerido diversos trabajos de análisis crítico ya que “es la primera novela histórica en Hispanoamérica. En otra ocasión me referiré a esta novela y las razones de que sea la primera.

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Características

El primer elemento que caracteriza fundamentalmente a este género es que “presenta un argumento ficticio y unos personajes que tienden a ser héroes o víctimas, sobre un fondo en el que se construye el armazón de la Historia” de acuerdo a lo escrito por Epicteto Díaz Navarro. La misma escritora señala que Pérez Galdós en Episodios nacionales hay un elemento que es fundamental para este género de novela al construir un relato que presenta datos y hechos históricos reales además de asumir que la historia debe ser conocida y aprendida por la sociedad en general.

Fernando Ainsa, otro estudioso advierte del “peligro de generalizar demasiado al intentar buscar un único modelo cuando se trata de una producción novelística que aglutina a tantos escritores de países muy diferentes en busca de sus propias señas de identidad”.

Umberto Eco en la apostilla de su novela El nombre de la Rosa refiere tres tipos de novela histórica: Romance, donde se da rienda suelta a la imaginación; relatos de capa y espada y, finalmente, la novela histórica, con un afán de fábula, pero con sujeción a hechos que permiten darle un punto de verosímil a la narración.

Utilización de la novela para interpretación del pasado

La propuesta del planteamiento es motivo de un debate permanente desde hace varias décadas entre los académicos, al encontrarse frente a frente dos posicionamientos claramente definidos en sentidos opuestos para definir si la narrativa a través de la novela histórica tiene o no validez para lograr la interpretación del pasado.

Se encuentran dificultades como el hecho de tener que referirse, preferentemente a tiempos remotos en los que se minimice su cuestionamiento en cuanto a la certeza de sus elementos para el discurso histórico, al requerir crearse un escenario creíble y conocido de manera generalizada para el desarrollo de los personajes y sus hechos, que en muchas ocasiones se sustituye simplemente por lugares comunes o la imaginación del escritor.

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Así, con este primer momento, la novela como artefacto estético, requiere descansar su relato de ficción en una narrativa que permita la creación de efectos en los lectores, entonces el escritor no puede quedarse en el texto recargado, sino que debe ser un narrador, ofreciendo en su texto personajes con cualidades y talentos fuera del común pero finalmente, vecinos de una comunidad y parte de ella, inmersos en una época claramente definida.

No podemos dejar de lado entender que el registro histórico y, por supuesto, lo literario, se hacen visibles por medio de la escritura, en ese sentido la historiografía es escribir historia, sin embargo, también está la oralidad en el relato.

Lo anterior nos lleva a diferenciar el fondo de ambas, así como identificar el propósito, la historia se orienta a estructurar de manera organizada el relato de los hechos permitiendo se expliquen en tanto la novela nos lleva a un momento de entretenimiento, pero también a la suma de experiencia. Entonces la novela histórica y la historia propiamente, son abordajes discursivos distintos, con recursos diferentes, la novela tiene la libertad de omitir la certidumbre y lo verosímil, imaginar los hechos e incluso darles un sentido a las intenciones de los personajes sin tener que considerar sus motivaciones a partir de información previa comprobable.

Continuará...