En el Museo de Arte de Tlaxcala, Magdalena Zavala Bonachea realizó la conferencia-análisis sobre la exposición y la historia de “Frida y los fridos”, esto como parte de las actividades que conmemoran el XV aniversario de éste recinto.
“Frida y los fridos” es una revisión minuciosa a la trayectoria de cuatro de los alumnos de la artista; Arturo Estrada, Fanny Rabel, Guillermo Monroy y Arturo García Bustos, quienes formaron un vínculo con su maestra no sólo por haber transmitido su propia técnica, sino porque les enseñó “el espíritu de lo que es un artista”.
Relató que de los nueve alumnos inscritos al programa de Frida Kahlo sólo cuatro continuaron con sus estudios, pues en esa época la artista comenzó a manifestar problemas de salud.
Es bien sabido que ella retrató el dolor que constantemente sentía como una manifestación de sí misma como artista frente al gremio que, en ese entonces, consideraba que para ser un artista primero se tenía que ser muralista.
Por ello, precisamente porque el muralismo imprimía los procesos sociales por los que el país transitaba en ese entonces, el muralista tenía que ser miembro del partido comunista y el artista tenía que entender ese contexto, pues “el arte sin preocupaciones sociales no es arte”.
Kahlo pidió a sus alumnos entender el proceso social, entender la política, asistir a otros maestros, para que ellos pudiesen desarrollar su propia técnica, pues cada uno absorbió de la artista diferentes aspectos.
Uno de los aspectos de la obra de Frida Kahlo son los autorretratos y esta fue una de las primeras tareas que dejó a sus alumnos, de los cuales ellos desarrollarían y se especializarían en diferentes técnicas que pueden apreciarse en dicha exposición.
Frida Kahlo en sus retratos no sólo plasmó su dolor sino también su feminidad y, en ese sentido, Fanny Rabel desarrolló e imprimió su feminidad como un rasgo propio dentro de su obra.
Por otro lado, Guillermo Monroy se especializó en dibujos, en el dominio de las sombras y de los negros; Arturo García Bustos, el más cercano a la artista, se especializó también en el grabado; mientras que Arturo Estrada, trabajó diferentes tipos de pintura.
Cuando ella falleció, sólo uno de ellos pudo visitarla, y el legado de los aprendices de Kahlo se recopiló en 120 piezas de los denominados “fridos”; quienes principalmente utilizaban los soportes como método para sus obras y no tanto los procesos, como actualmente se hace.
Zavala Bonachea concluyó que el seguimiento a estos artistas fue principalmente por tradición oral, puesto que no se tienen registros como tal de la trayectoria de estos artistas en su propia mano, como actualmente lo debe hacer un artista con su currículo.
Texto y Fotos: Melisa Ortega