Ser madre, un empleo de tiempo completo y mal remunerado

Foto archivo: Melisa Ortega

Para las mujeres ser madre representa en términos laborales tener un empleo de tiempo completo, que está mal remunerado y que al mismo tiempo limita el acceso a la igualdad de oportunidades.

Y es que hay reflexionar que aquella mujer que toma la decisión de ser madre asume un compromiso que dura desde el primer día de su embarazo hasta el resto de su vida, pues la gran mayoría de ellas vela por la seguridad y tranquilidad de sus hijos aun cuando estos sean mayores y tengan una familia propia.

Hay que aclarar que sí existen hombres que asumen el “rol” de madres en sustitución de una –por algún factor específico-, pero son precisamente los “roles” los que delimitan a la gran mayoría de las mujeres a cumplir ‘funciones  biológicas’.

En este sentido, de manera biológica existen factores evidentes que distinguen a los machos humanos de las hembras, entre ellos la capacidad de generar descendencia, lo que suma un aspecto más a la aparente obligación de las mujeres a ser madres que deben desempeñar una labor de hogar mientras que los hombres proveen y gobiernan.

Pareciera que el factor biológico es el único que delinea los roles de género, pero esto no es así, pues según “El trabajo de cuidados, una cuestión de Derechos Humanos y Políticas Públicas”, publicado por la ONU Mujeres en 2018,  es la creencia cultural la que se ha encargado de ello.

<<Lo que determina la desigualdad laboral son las creencias culturales sobre “lo propio” de los hombres y “lo propio” de las mujeres que, además, se internalizan en el psiquismo. Pero la explicación de la desigualdad laboral que sigue arraigada en el imaginario social es la que remite a la distinta sexuación de los seres humanos”>>.

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El mismo documento señala que los “mandatos de género” acentúan a la virilidad y a la vulnerabilidad como algo que distingue a los géneros masculino y femenino, lo que determina los roles y conductas que cada uno puede desempeñar según sus condiciones biológicas.

Y es que conductualmente los hombres y mujeres se ven obligados a cumplir las expectativas de sus géneros, al primero por  su ‘fortaleza y resistencia’ se le asignan los trabajos duros, mientras que a la segunda, por ser considerable ‘vulnerable’, se le inculca la “abnegación”; esto que hace creer a ambos que dichos esquemas son “naturales”.

Sin embargo, estos esquemas de conducta son instruidos como una “segunda naturaleza”, que derivan de un “proceso histórico y que se mantienen vivos por medio de un control social poderoso y muy estrictamente organizado”.

Por ello es que a las mujeres están socialmente señaladas para ejercer el rol de madres, no sólo por cuestión biológica, sino por obligación histórica, social y moral, lo cual ha dificultado que hoy en día ellas mismas ejerzan derecho sobre sus cuerpos y decidan si quieren ser madres o no, por lo que temas como el aborto aún permean en la sociedad.

Y es que, en ese sentido, los roles y las conductas hacen difícil aceptar que una mujer si quiera piense en abortar, pues de inmediato será señalada e insultada, además de calificada como una madre ‘antinatural’ y egoísta.

La abnegación de una madre

Foto archivo: Melisa Ortega

Es la abnegación un aspecto conveniente para que una madre ejerza su labor, aunque ello signifique sacrificar su plan de vida, sus deseos o sus sueños, por concebir a un hijo o hija, para cuidarles, alimentarles y educarles hasta que sean independientes, y aun así seguirá velando por ellos.

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Aunado a ello se suma el factor marital tradicional, pues aún se conserva la costumbre de creer, en los diferentes estratos sociales, que la mujer sólo es apta para tareas domésticas y el cuidado de sus hijos, además de que deben atender a sus maridos.

En este sentido, las mujeres dedican casi 30 horas a la semana en labores de cuidado y tareas domésticas, mientras que los hombres sólo dedican diez horas, es decir que no cuentan con un descanso apropiado, según el mismo documento.

Por otro lado, la labor como madre no tiene un tiempo definido, puesto que las madres siguen siendo madres aun cuando sus hijos tengan familia propia, sólo su labor termina cuando caen en abandono por parte de sus familiares o cuando fallecen.

La realidad es que se señala a las mujeres como ‘egoístas’ por no querer ser madres, pero hay que reflexionar que tan egoístas son los propios hijos en querer que sus madres les entreguen su vida, aun cuando la misma condición biológica los ha adaptado para valerse por sí mismos cuando comienzan la adultez.

Además, ¿los hijos remuneran a sus padres, en es especial a sus madres, cuando son adultos?

Por otro lado, como todo trabajo que debe ser pagado, a los esposos les es más conveniente tener a una empleada doméstica que no cobra por alimentar, lavar ropa y hace las tareas del hogar.

¿Se les recompensa a las esposas, que no sólo sea dando el dinero para los gastos, sino, para compensar su trabajo?

Alguna vez escuché una alegoría de egoísmo en la que le preguntaban a un esposo… en caso de ser un parto peligroso ¿a quién salvaría, al bebé o a su esposa?

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Si contestaba que al bebé, sería porque está dispuesto a hacer el sacrificio de dejar los prejuicios y encargarse de su cuidado; en caso de que eligiera a la esposa, sería porque el esposo teme perder a la persona que le cuida y hace todo lo que no quiere hacer.    

¿Y si la pregunta se retoma en otro sentido?  ¿y si en lugar de que se le pregunte a una mujer si quiere que nazca su bebé, le preguntarán al feto –en caso de que tuviera conciencia- si quiere nacer?

El debate del aborto entre las mujeres se encuentra en la razón del por qué se elige una vida sobre otra: la mayoría de los embarazos no deseados son resultado de una violación, más si se trata de menores de edad, sin embargo, también existen factores socioeconómicos, educativos y circunstanciales que las mujeres deben enfrentar si deciden tener un hijo.

Los hijos no son una bendición, son una responsabilidad y debe ser asumida como tal, pues los hijos tienen necesidades que deben ser saciadas todos los días.

Si tú fueras un feto, producto de algún factor u otro, y tu madre no puede tenerte simplemente porque su vida se vería afectada por la responsabilidad que ello conlleva, independiente de si ella sea una profesionista capaz de darle una vida digna a su hijo o una persona que aún no está preparada para una responsabilidad así, ¿elegirías nacer?

Y si elegiste nacer ¿vas a pagarle todo lo que ella hará para ti desde el día en que nazcas, aunque sea de manera simbólica, no con dinero, sino con el mismo cuidado y amor que ella te brinda?

Imagen vía web

Mel-Atl