Tauromaquia, una manera elegante de darle muerte a un toro

Foto archivo: Cámara Oscura 2018

Es una tarde de faena, los aficionados de la tauromaquia se encuentran sentados en la Plaza para admirar como un torero acaba de darle una estocada de muerte súbita al animal con el que lidió momentos antes.

El corazón de aquella bestia majestuosa, de más de una tonelada, aún late mientras lentamente unos cuantos hombres despedazan su cuerpo y se manchan de sangre sus delantales. Al mismo tiempo, mientras la corrida continua, se anuncia un nuevo toro y un nuevo torero que danzarán en simultáneo hasta que a uno de los dos les llegue la muerte.

Sin embargo, pese a que uno de los dos seres que se encuentran sobre la arena, deleitando a la audiencia con sangre, sudor y saliva; en la muerte, lo que les va a diferenciar es el destino de sus cuerpos. A uno le harán un homenaje y echarán flores en su tumba, al otro, seguramente terminará en algún caldo o en el taco de alguien.

Muchas personas no estamos de acuerdo en las corridas de toros, no por la tradición que de ella desprende, sino por la brutalidad con la que un toro, que no sabe qué va a morir, es asesinado en manos de un hombre o mujer que está consciente del riesgo que corre.

No, no estoy de acuerdo con las corridas de toro. No me gustan. Pero he reflexionado que quizá la muerte en la arena es mucho más digna para el toro que la muerte en un sucio matadero a manos de un carnicero sanguinario que se deleitará con la crueldad que le imprimirá a cada parte del animal mientras está vivo.

Pongámoslo en contexto y de manera objetiva

Los toros son animales majestuosos y peligrosos también. La bravura que los caracteriza es la razón por la que desde el siglo XIII se tenga el primer registro de sacrificio de toros como un ritual para la fecundidad, poder y buena fortuna en Las Cantigas de Santa María.

La tradición taurina en sí es compleja de entender y los matadores defienden la tauromaquia como un ‘arte’ en el que se juega la vida, además de que incluso se le puede otorgar un indulto al toro con el fin de mejorar una estirpe, pero eso no eso no exenta a la mayoría de los toros que en la arena encuentran la muerte.

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Foto archivo: Cámara Oscura 2018

Y es que tan solo en una faena, los seis toros que se lidian son heridos por los picadores y los banderilleros –que lesionan distintas partes del animal, como los pulmones- durante los primeros dos tercios de la lidia, para finalmente ser muertos a manos de un matador que busca dar una muerte rápida al toro con su espadín atravesando el corazón.

Aunque, si un matador falla, es deber de los picadores encajonar al animal y hacer que se mueva para que el sable dentro de su cuerpo le termine destrozando el corazón.

Foto archivo: Cámara Oscura 2018

Sin embargo, fuera de la tradición y técnica, es de mencionar que son aproximadamente 50 mil toros los que son sacrificados cada año, tan solo en España. Se calcula que en México la cantidad es similar.

Sí, el toro sufre, pero hay otros lugares donde sufren también.

Es aquí donde entran en juego las granjas, principalmente las industriales, donde los animales de muchas especies –no solo bovinos- son confinados, obligados a encordar, para posteriormente ser muertos de una manera insensible. En el caso de México, muchas de estas muertes son a causa de la falta de infraestructura y por la prontitud.

En este sentido, México se encuentra entre los 10 países a nivel mundial con mayor producción de carnes como res, cerdo y pollo. Así mismo, también es uno de los que posee mayor número de mataderos en sus diferentes estados en los cuales se tiene constancia de la existencia del maltrato animal.

Mediante una investigación a cargo de un periodista español que, a lo largo de diez años, documentó el sufrimiento animal en mataderos de diferentes países, se tiene registrado que, en mataderos de México, como en los de otros países, suelen degollar animales sin previo aturdimiento, además de desmembrarlos o desollarlos estando vivos.

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Su trabajo expone que, pese a que México cuenta con normas para asegurar el bienestar animal, estas no se aplican o bien, los usos de métodos compasivos no aseguran el animal no va a sufrir durante el proceso.

Incluso en las granjas de traspatio los métodos de sacrificio suelen no ser tan crueles, pero, aunque se puede desconectar al animal de sus terminaciones nerviosas para que no sienta dolor, su ejecución no siempre es exitosa

Si lo vemos desde el punto de vista en el que el animal al que se va a matar al menos tuvo la oportunidad de defenderse, incluso de matar a su potencial asesino, se puede decir que la tauromaquia es una manera elegante de matar a un toro.

No obstante, sigue siendo cruel la forma en la que son asesinados y el destino de la tauromaquia no pinta favorable debido los múltiples colectivos y organizaciones que piden que se detenga esta forma de maltrato animal.

Sin embargo, eliminar la tauromaquia no asegurará que el maltrato a los toros, o a algún otro animal ‘de granja’, termine.

Mientras existan consumidores de carne y un creciente mercado de consumo, seguirá habiendo granjas y mataderos en los que habrá gente que no reparará en sentir si quiera pena o admiración por el animal que va a ejecutar.

Los criaderos de toros de Lidia en Tlaxcala son conocidos por ser “ecológicos” y por darles un trato digno a los animales mientras se encuentran en crecimiento, dado que, precisamente porque en Tlaxcala está muy intrínseca la Tauromaquia, el toro al que se va a lidiar debe representar un reto para darle un final a su talla.

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Por otro lado –y sin justificar el proceso que conlleva la tauromaquia-, en las grandes granjas adaptadas para satisfacer un enorme mercado de carnes de animales, se ha demostrado que el trato que los dignifique.

En la tauromaquia los toros son criados para morir, en la granja también. La diferencia radica en quién los mata y con qué intención. Se puede matar un toro por obtener la gloria o simplemente porque que se puede, aunque su destino sea el mismo.

En este sentido, y con la esperanza de provocar alguna reflexión, quiero aclarar que no busco justificar los actos de uno a favor de otro, pero sí quiero dejar en claro que si queremos realmente que termine el maltrato animal, debemos de dejar el consumo de carne.

¿Es una tarea imposible dejar de consumir carne? No. ¿Es una tarea imposible hacer que una población entera deje de consumir carne? Quizá, pero más imposible y poco creíble –por no decir hipócrita- sería defender a un animal de los maltratos de los humanos cuando seguimos consumiendo su carne.

La razón por la cual principalmente no nos preocupamos de lo que consumimos es porque, una vez la carne expuesta en una carnicería o mercado, el animal del que procedía paso der ser un ser vivo a un simple objeto de consumo, y mientras sigamos consumiendo ese producto no deberíamos de quejarnos por la crueldad animal y tendríamos que comenzar a tratar –mediante acciones- de hacer un cambio en favor del bienestar de todos los seres vivos.

Vía: Vice / Milenio

Mel-Atl