Aerosolgrafía: arte callejero en Apizaco

Hincado en la explanada de la Basílica de Apizaco, un hombre llama la atención de la gente que poco a poco le rodea para verle pintar. Con su aerosol, el hombre recrea paisajes oníricos que asombran a quienes observan como elabora cada pintura.

Carlos, es un joven originario del estado de Puebla que con esténciles, papeles, monedas o círculos crea paisajes espaciales o naturales, típicos de un arte callejero conocido como aerosolgrafía, que es la técnica de crear obras a través de la pintura en aerosol en formato pequeño.

A sus 35 años, Carlos lleva trabajando esta técnica casi la mitad de su vida; un arte que aprendió en la Ciudad de México, lugar donde diferentes artistas callejeros y urbanos buscan ganarse la vida a través de estas distintas formas de expresión.

Él, junto con su pareja Sandy, han recorrido casi todas las ciudades de la República Mexicana, tanto por necesidad como por el ánimo de la aventura.

En Apizaco, sus pinturas no pasaron desapercibidas, pues el aroma, las pinturas y el aerosol en llamas captaron la atención de los ciudadanos, sobre todo por ser una técnica atípica solo vista en ferias o grandes metrópolis.

Y es que no solo su destreza con el aerosol llamaba la atención, sino también la forma en que hacía que éste escupiera fuego para poder sellar, secar y abrillantas cada una de sus piezas.

Le toma aproximadamente de 5 a 10 minutos hacer cada pintura, las cuales cuestan 50 y cien pesos por su tamaño y para las cuales cuenta con casi 100 moldes o esténciles para realizar cada una de ellas.

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Debido al uso del fuego ha tenido accidentes, sin embargo, continúa haciendo lo que más le gusta. Incluso, su arte también se vio afectado por la pandemia, principalmente por el cierre de espacios públicos, aunque han sabido mantenerse a flote.

Comenta que, en un día, dependiendo de la ciudad y de la buena suerte, suele vender de 10 a 50 piezas, aunque también hay veces que no vende nada. Aun así, ellos continúan su viaje por las ciudades en búsqueda de ganarse la vida.