Danzantes, los que rezan con los pies a la Virgen de Guadalupe

Danzantes, los que rezan con los pies a la Virgen de Guadalupe
Danzantes, los que rezan con los pies a la Virgen de Guadalupe

* Concheros e indígenas luchan por mantiener la tradición prehispánica 

México, 12 Dic Redacción CO.- La Plaza Mariana huele a copal, a fe y a fiesta; los danzantes de diferentes calpullis siguen bailando afuera de la Basílica de Guadalupe al ritmo de los huehuetls, arropados con los rezos conocidos en la tradición mexica como flores, todo en honor a la Virgen Morena.

En esa explanada, donde durante este día no ha parado el retumbar de los tambores, hay concheros, graniceros, danzantes mexicas y grupos aztecas, pero también de otros estados como Guerrero o Morelos, como los chinelos, pero con una intención en común: agradecer y pedir bendiciones de la Morenita del Tepeyac.

De la comunidad indígena otomí de San Jerónimo Acazulco, Estado de México, viene Arturo Zúñiga, quien llegó desde las siete de la mañana para danzar con un grupo más grande, llamado Plan de Toluca, pero ahora pone cuidadosamente coloridas plumas en un penacho que más tarde utilizará cuando se una en un gran círculo a otras comitivas para elevar un gran rezo a la Virgen de Guadalupe.

Cada grupo de danzantes colocó en paliacates rojos tendidos en el suelo sus ofrendas a la Virgen, que van desde frutas, semillas y flores, los cuales van ubicados en los cuatro puntos cardinales que representan el agua, la tierra, el aire y el fuego, mientras que con los sonidos del caracol llaman a iniciar el rezo con los pies.

Miguel Águila, que pertenece a la corporación de concheros de los Hermanos Águila, también ofrece su movimiento a la Virgen, enfundado en un traje típico en blanco inmaculado, mientras las bandas rojas en la frente y en el ombligo, lo protegen de las malas energías.

“Es una tradición tanto azteca como religiosa; aquí se veneraba a Tonantzin, pero nos lo cambiaron los españoles por algo católico, nosotros seguimos danzando como sea”, expresó tras confirmar que los rezos y las danzas continuarán, al menos, durante el día.

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Explicó que los concheros son la representación de los antiguos sacerdotes y se les puede identificar por sus trajes más ostentosos y coloridos, aunado a que siempre cargan con una mandolina, mientras que a los danzantes aztecas se les reconoce por los tambores -huehuetls- y representan a los guerreros.

Con 40 años de acudir a La Villa a danzar, Erik Santos ha visto cómo su grupo ha disminuido, al pasar de unos cinco mil danzantes hace 10 años a casi dos mil 500 en la actualidad.

Dijo que las danzas de este día son la continuación de un rezo o velación que se hizo desde anoche y que consiste en cantar alabanzas, colocar velas y rezar para agradecer a la Virgen por las cosechas.

“Así lo hacían los antiguos, así lo hacemos nosotros en la actualidad que venimos a agradecer; es una cuestión personal, nadie nos obliga pero una vez que damos la palabra de que venimos, estamos obligados hasta terminar”, y las danzas del 12 de diciembre son la parte más visible de un rezo que es más complejo, dijo.

Perteneciente a la organización de Danzantes la Generala, Francisco Sandoval que viene de Zapopan Jalisco, también hizo velación a la Virgen de Guadalupe, y montó un altar de flores como lo hicieron los antiguos prehispánicos.

Nosotros hacemos alabanzas con pies y manos, “le rezamos a la Tonantzin pero para mí son la misma”, abundó el danzante, cuya madre le enseñó este arte. “No puedo decir cuánto gasté en venir pero es poco en comparación con los que nos ha dado Nuestra Madrecita”, dijo Francisco, quien esta misma tarde regresa a Zapopan agradecido por celebrar este día.

* El danzante, desde su origen

Manuel Xochimeh, primera palabra del calpulli Tenayhocan Oztopolco, explicó que la danza es una práctica milenaria y se realiza desde mucho antes de la llegada de los españoles, tras lo cual permaneció oculta una vez que llegaron pero nunca se ha dejado en el olvido, “es una forma de agradecer a la fuerzas y elementos de la naturaleza que dan vida, para entender que somos uno solo con el universo”.

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Para Alberto Medina, cuyo nombre de tradición es Tepeyolohtli, que significa corazón de la montaña, “ser danzante es algo maravilloso porque rescatas algo de tu cultura, en cada danza entregas lo mejor de ti, das tu mejor esfuerzo, acabas a veces con los pies sagrados y puedes decir que es masoquismo, pero no, es algo que siente tu corazón, el ofrendar a la tierra un poco de lo que nos ha dado”.

Para él, la danza prehispánica es la puerta de entrada a la mexicanidad debido a que es lo que más comúnmente conocen las personas y la mexicanidad es todo aquello que involucra las tradiciones prehispánicas, como lo son temazcales, uso de plantas medicinales, técnicas de curación, por mencionar algunas.

“Es una forma de vivir, no es una religión ni una secta, es una forma de llevar tu vida de la forma más correcta posible», subrayó.

Recordó que fue a partir de la década de los 70 cuando comenzaron los esfuerzos por preservar este tipo de danzas, y los abuelos, que son hombres y mujeres de conocimiento, coinciden en que el rescate de las mismas se debe a los danzantes concheros, quienes en la época de la colonización fingían danzarle a algún santo de la religión católica para evitar la represión de los colonizadores.

Además, abundó, por esos abuelos se sabe que incluso muchos enterraban a sus deidades prehispánicas abajo de los templos católicos para así danzarles a ellos y no a los santos españoles y mantener así vivas su raíces; ahí comenzó la recuperación de otros tipos de danzas, como la de tradición y la guerrera mexica.

Expuso que existen tres tipos de danzantes, a quienes se les puede identificar por los atuendos: los concheros traen una guitarra que es elaborada con una concha de armadillo, y realizan cantos y danzas a los santos de la religión católica.

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A su vez, a los danzantes de tradición se les reconoce por sus coloridos trajes elaborados con telas y otros materiales naturales, mientras que los guerreros mexicas no danzan en ninguna iglesia, sino a los cuatro rumbos con atuendos hechos con pieles naturales de diversos animales que son seleccionadas con base en su tonalamatl, una especie de carta astral prehispánica.

El costo de la elaboración de un atuendo de una piel que no sea exótica, sino común, es de unos cuatro mil pesos, a lo cual se suman otros gastos como las coyoleras, que deben tener 52 semillas, o las ayacaxtles, bandas para proteger la cabeza y el ombligo.

Señaló que lo más costoso son las plumas, pues deben ser ganadas en cada danza y se utilizan de águila, faisán y guacamaya, con precios de más de 300 pesos, con lo cual un mal llamado «penacho» puede valer un fortuna.

Tepeyolohtli subrayó que una de las puertas principales para entrar a la tradición mexica es la danza, porque es una meditación en movimiento, “era lo que hacían nuestros abuelos para conectarse con los espíritus y energías de los lugares que visitaban (…) una danza no nada más es brincar, sacudirse y sudar, porque tiene una conexión con cada paso que se da, y el significado”.

Los abuelos eran muy observadores de los cambios en la naturaleza y muchas de las danzas están enfocadas en el movimiento de animales, así como de los movimientos astronómicos, las energías del sol y de la tierra, agregó el danzante, en el marco de una celebración que conjuga estos rituales prehispánicos con la fe representada en la Virgen de Guadalupe.

NTX/MCC/EGR