El Gato Panadero, un espacio para la inclusión de las lenguas maternas

“El gato panadero, un ronroneo de sabor” es un proyecto que, sumergido dentro de la irresistible dieta mexicana del pan, busca abrir espacios para que los nahuatlahtoa (nahuablantes) se sientan incluidos, así como incentivar el aprendizaje de la principal lengua materna de Tlaxcala entre sus habitantes.

Y es que hablar una lengua diferente resulta un problema, no así visto por los hispanohablantes, porque la mayoría de los lugares, ciudades y sitios turísticos en Tlaxcala, y en México en general, acostumbran la monotonía en sus discursos a un solo idioma, lo que resulta excluyente y perpetua la discriminación para quienes conservan sus lenguas maternas.

Al menos así lo señala Itsel Martínez Rodríguez, quién gracias a un viaje a Italia descubrió que los letreros de cada comercio y sitios concurridos utilizan más de una lengua para anunciarse ante sus visitantes, pero resaltó que en México “resulta una perdida porque se tienen alrededor de 68 lenguas maternas y sólo se hable en castellano”.

Por ello, Itsel Martínez Rodríguez, lingüista y creadora del proyecto “El gato panadero”, apoyado por Colectivo Kybernus de Grupo Salinas Pliego, ha encontrado la forma en la que en el mismo lugar dónde se pueda degustar un buen pan con sabor casero, al mejor precio, se pueda convivir, apreciar y aprender el náhuatl.

Dicho proyecto se materializó gracias a una convocatoria a nivel nacional del Colectivo Kybernus, en el que el “Gato panadero” y otro proyecto quedaron seleccionados en Tlaxcala para recibir un estímulo económico con el fin de llevar a cabo el emprendimiento.

PARA FOMENTAR LA INCLUSIÓN

En México la mayoría de los hablantes de lenguas originarias pertenecen a grupos vulnerados por la discriminación, el racismo y un sistema socioeconómico que los ha puesto en los estratos más bajos dentro de las clases sociales.

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Por ello, el proyecto surge a partir de la necesidad de «desarrollar un lugar donde la gente haga consciente que el simple hecho de hablar una lengua (autóctona) te lleve a otro rasgo muy importante que es el respeto a tus similitudes, ni siquiera a las diferencias».

Itsel Martínez, remarca que la sociedad menosprecia a las lenguas autóctonas y, sobre todo, a quienes las hablan; rasgo conservado en prácticas cotidianas que invisibilizan a las personas indígenas y las cataloga como un objeto “folclórico”.

“Por eso yo buscaba desarrollar un concepto auténtico, donde las lenguas originarias y los grupos indígenas se dejen de ver como un estudio de antropólogos o como una pieza de museo. Lo que busco es que en esta panadería se vea tan igual cualquier lengua como tu propia lengua”.

Bajo esta premisa, impulsada también por el amor a las lenguas, Itsel desarrolló una forma didáctica para que los consumidores aprendan un poco de la lengua desde el primer instante que entren a la panadería, a través de letreros, infografías, así como un reto que anima a las personas a pronunciar de manera correcta una frase en náhuatl y cuyo premio es un pan de regalo.

“La didáctica se puede definir de muchas formas, pero yo siempre la voy a definir como el puente que comunica el conocimiento entre culturas (…) El generar un espacio auténtico es como mi herramienta más importante desde la didáctica”, puntualiza.

“MIZTON PACHIHUANI” (GATO PANADERO)

Respecto al concepto, Itsel comparte que su gato Comanche fue la inspiración que abandera su proyecto, pues los 16 años que vivió con él le hicieron apreciar de manera especial como los gatos se desenvuelven y desarrollan su peculiar forma de vida.

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Esa misma apreciación y admiración también se reflejó a través del pan, un producto que ella considera una obra artística en la que cada panadero deja su amor, su arte y dedicación todos los días. Además, reconoce que de niña le gustaba jugar a la panadería con su padre, y ahora ese juego se ha convertido en algo real.

LAS LENGUAS ORIGINARIAS

Como lingüista, Itsel reconoce que el nahuatlahtolli es una lengua que se ha adaptado a un entorno en constante cambio, pues incluso para mencionar algo tan básico como el uso del cubrebocas, o el mismo concepto del gato panadero, ya se han creado palabras, a través de neologismos que permiten una mejor didáctica de comunicación.

“Tengo un gran amor a las lenguas originarias. Significa una de mis bases de sabiduría para entender la vida, también significa uno de mis lugares de resiliencia para entender el dolor y también una de mis grandes motivaciones para seguir viviendo.

Las lenguas, la enseñanza, la didáctica, la creatividad han sido mis vehículos, no quiero que sea algo limitante sino todo lo contrario, un camino lleno de libertad donde si yo puedo dejar huella de manera positiva a un bien común, está bien”.

Para finalizar, comentó que aparte de resultar impulsora Kybernus fue una gran sorpresa para ella espera que, con este proyecto y todos los que estén por venir, pueda ayudar a más personas, tanto a través de su causa como ayudar a impulsar otras causas por el bien común.

“Entendamos que desde la lengua se puede abarcar el mundo entero. La comunicación, el lenguaje, es la primera herramienta de los seres humanos para crear el todo. Desde ahí, por eso me doy el chance de abarcar otros temas que tengan una incidencia social y que sea importante hablar de ellos”.

En este sentido, sus metas se han fijado en abrir más espacios que incentiven la inclusión, no solo dedicados a la panadería, y formar una cohesión con diferentes empresas y proyectos para que se pueda hacer una sociedad más abierta a las nuevas formas de libertad, además de realizar otros proyectos que fomenten la adopción y el rescate de animales domésticos.

“Sí creo que esta cohesión social encaminada hacia la consciencia para crear un mejor contexto es completamente posible. Simplemente hay que detallar las herramientas, las formas y los procesos, se puede alcanzar, sobre todo en un estado tan pequeño y maravilloso como lo es Tlaxcala”.