El Museo de Atoyatenco y el legado arqueológico que se encuentra en el olvido

En la comunidad de San José Atoyatenco, del municipio de Nativitas, existe un museo de sitio comunitario que yace bajo el yugo del olvido, pues entre la falta de recursos del INAH para su rescate y los problemas legales sobre el predio donde está ubicado, han impedido el progreso de esta importante joya que recoge la historia arqueológica de este pueblo ubicado a las faldas de Xochitécatl.

Edificado en el año 2000, este museo se construyó en un pueblo donde al caminar por el cerro o excavar para construir una casa, se pueden encontrar tepalcates, es decir, piezas rotas de vasijas, figurillas de barro, orejeras, molcajetes y metates en pedazos, explicó María Luisa Zempoalteca Ávalos, encargada del museo de sitio,

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Comentó que existe la certeza de que el pueblo se encuentra sobre un antiguo asentamiento, sin embargo, no ha habido exploración por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), ni interés por parte de las autoridades municipales o estatales de desenterrar la historia.

Y es que, como se comentó, prácticamente los pobladores se pueden encontrar objetos valiosos al excavar para construir casas o en los terrenos. Algunas de las piezas suelen ser donadas por los pobladores para la colección del museo, sin embargo, no se tiene la certeza de cuantas piezas de incalculable valor histórico se han vendido o extraviado.

Entre estas piezas se encuentran dos monolitos ovoides que llevan tallados la forma de una mujer y un hombre, con clara influencia artística Olmeca, sin embargo, no se sabe la fecha, la historia, ni el peso de ambos objetos precisamente por no ha habido expertos que puedan analizarlas.

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Por su tamaño, María Luisa cuenta que después de su descubrimiento en el año 1999, los pobladores las colocaron en el lugar donde hoy se encuentra el museo y lo edificaron a su alrededor.

Estas piezas de impresionante belleza fueron encontradas cuando se excavaba en uno de los cerros entre Atoyatenco y la comunidad de San Rafael Tenanyecac, y aunque de manera adyacente pertenecía a este último, la comunidad de Atoyatenco peleó para que ambas piezas quedaran en el pueblo, convirtiéndose en un símbolo de orgullo para éste.

Por otro lado, aun sin la investigación, con lo único que sí cuenta el museo es que sus piezas sí están catalogadas, incluso les han prestado los capeles para protegerlas del polvo, el problema es que el museo no está condicionado ni tiene el espacio suficiente.

Las piezas en su mayoría pertenecen al periodo preclásico y epiclásico, agrega Rosendo Quiroz, habitante de Atoyatenco, director de la galería conjunta y que por los trabajos colaborativos con el INAH, conoce un poco de su historia.

En este sentido, él se ha encargado de analizar algunas de las piezas como las figurillas, las vasijas y las piezas para moler, que por su material de origen o los tocados -en el caso de las vasijas- denotan una importante fluencia comercial en la zona, que permitió el enriquecimiento cultural del que aun no se tiene un registro concreto y del que tampoco se puede apreciar de manera formal.

Este impedimento para convertirlo en un espacio digno se debe a que el lugar donde se encuentra construido, al igual que la galería conjunta, pertenece a los ejidatarios; ni siquiera la presidencia municipal tiene injerencia sobre él, por eso, para poder solicitar recursos o realizar algún cambio dentro del recinto se necesita un comodato.

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“Se ha hecho oficios al presidente municipal y de comunidad, y ellos lo único que nos piden es el comodato para que esto se remodele, porque si él llegara a remodelar los ejidatarios, que según son los dueños, nos lo quitarían. Para eso es el comodato, es como una renta, y con esto ya no nos lo quitarían por un periodo de diez años”, explicó.

Pieza de barro con claros indicios de ser una réplica moderna, pero que yace en el museo por haber sido donación de alguien de la comunidad.

Abundó que no habría problema de conseguir el comodato si hubiese un documento que abale la propiedad y éste no existe. “No nos hemos metido de lleno con los ejidatarios, ni se ha podido tener dialogo porque dicen que todo esto es de ellos, pero no existe un documento que lo sustente, entonces entrar de lleno sería entrar en conflicto con ellos”.

Por otro lado, otro de los problemas que tiene el museo es que las piezas no pueden moverse de lugar porque en el pueblo ya no existe espacio libre que ocupar, y aun si lo hubiera, los monolitos no podrían salir del museo porque no caben por la puerta, se tendría que remover el techo para poder extraerlos, pero eso también implicaría un conflicto de interés con los ejidatarios por la manipulación de un espacio del que presumen ser los dueños.

Zempoalteca Ávalos, ha comentado que en este periodo de campañas ha elaborado oficios para que la persona que llegue al poder conozca de la importancia del museo y pueda darle solución al conflicto, pero es un trabajo que no le garantiza una certeza, porque al principio de la administración saliente también se les solicitó apoyo y nunca dieron respuesta.

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Aun así, ella añade que no dejará de insistir para que la riqueza cultural que tiene el pueblo sea visibilizada, pues debido a la venta de carpas llega mucho turismo, al cual se puede aprovechar para dar a conocer parte de la historia del pueblo y su conexión con los pueblos ancestrales.

Fotografías: Noemi López Carrasco