Lamentablemente la violencia contra las mujeres ha ido en aumento en todo el país, existen muchos casos de feminicidios sin resolver y en Tlaxcala aun no se ha declarado la “Alerta de Género” a pesar de ya se ha solicitado dos veces.
Hace más de un mes se dio el caso de una joven asesinada a manos de sus subordinados, la razón, “No soportaban que una mujer más joven que ellos los mandara, por eso la mataron, por su machismo”, según dijo el esposo de la joven Jazmín Contreras.
El empoderamiento de la mujer implica tener las mismas oportunidades de empleo y de crecimiento en el ámbito laboral, lamentablemente para nuestra sociedad parece que sólo por el hecho de ser mujer implica no tener las mismas oportunidades que tienen los hombres.
Las mujeres aun son objeto de discriminación por parte del sexo masculino, principalmente por el estereotipo que se le atribuye al sexo femenino como debilidad, incapacidad, falta de disciplina e inteligencia a la hora de desempeñarse en su trabajo.
Según el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), los principales motivos de discriminación son la Religión, el Género y el Embarazo.
Mujeres opinaron en una Encuesta Nacional que el cuatro punto cuatro por ciento ha sido víctima de discriminación en el trabajo por su condición de embarazo.
El 62 por ciento de las mujeres en el país opinan que no tienen el mismo reconocimiento que los varones en la cuestión profesional, según un estudio que arrojó «Mujer mexicana, éxito y competitividad laboral» de la firma Adecco.
Datos han revelado que entre 60 de cada 100 mujeres tlaxcaltecas mayores de 15 años declararon que han sufrido violencia de cualquier tipo.
Tlaxcala a nivel nacional se encuentra en el lugar 16 con incidentes violentos denunciados en contra del sector femenino, y aunque en desde el 2016 los porcentajes de agresiones redujeron en el uno por ciento, no deja de ser un problema verdaderamente alarmante.
Otros datos de la misma encuesta revelan que el quince por ciento de la población femenil ha sido violentada por su pareja y otro once por ciento afirmó que fue por conducto de su pareja u otro agresor.
La Dinámica de las Relaciones en los Hogares también indicó que el diecinueve por ciento de la población femenil denunció haber sufrido violencia de pareja y el diez por ciento recibió agresiones por parte de otro externo a su pareja.
Las mujeres NO SON UN OBJETO
A pesar de los datos generales, no hay que olvidar que no todas las mujeres se animan a contar sus problemas personales debido al alto impacto psicológico que la violencia genera en sus vidas.
Existen varios tipos de violencia de género: La violencia psicológica, violencia sexual, violencia patrimonial y económica, violencia simbólica, acoso u hostigamiento, violencia doméstica, violencia laboral, violencia obstétrica, violencia mediática y violencia institucional.
La “Violencia psicológica” es una forma de abuso más sutil y difícil de percibir, que constituye en toda conducta que ejerce deshonra, descrédito y menosprecio a la dignidad personal, vigilancia constante, abandono y amenazas que conllevan a la mujer a reducir su autoestima.
La “Violencia sexual” es toda conducta que amenace o vulnere el derecho de la mujer a decidir voluntaria y libremente su sexualidad, comprendiendo ésta no sólo en el acto sexual, sino toda forma de contacto o acceso sexual, genital o no genital, tales como actos lascivos violentos o acceso carnal violento.
La “Violencia patrimonial y económica” se le considera a toda conducta que directa o indirectamente, en los ámbitos público y privado, afecte los bienes muebles o inmuebles en menoscabo del patrimonio de las mujeres víctimas de violencia o a los bienes comunes.
La “Violencia simbólica” es la que se ejerce a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos que transmiten y reproducen relaciones de dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales que se establecen entre las personas y naturalizan la subordinación de la mujer en la sociedad.
El “Acoso u hostigamiento” es toda conducta abusiva entre comportamientos, palabras, actos o gestos que sirven para intimidar, chantajear, apremiar, importunar, vigilar a una mujer, y que atenten contra su estabilidad emocional, dignidad, prestigio, integridad física en los diferentes ambientes familiares o laborales.
La “Violencia doméstica” es aquella conducta que usa la fuerza física o violencia psicológica ejercida contra una mujer por un integrante del grupo familiar, persona con quien mantiene o mantuvo relación de afectividad y afines, independientemente del espacio físico donde ésta ocurra, y que dañe la dignidad, el bienestar, la integridad de la mujer.
La “Violencia laboral” es la discriminación hacia la mujer en los centros de trabajo públicos o privados que obstaculicen su acceso al empleo, ascenso o estabilidad en el mismo, también constituye la discriminación de género en el ámbito laboral quebrantar el derecho de igual salario por igual trabajo.
La Violencia obstétrica es aquella que recurre a la apropiación del cuerpo y procesos reproductivos de las mujeres por personal de salud, que se expresa en un trato deshumanizador, en un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales, trayendo consigo pérdida de autonomía y capacidad de decidir libremente sobre sus cuerpos y sexualidad.
La “Violencia mediática” es aquella en que de manera pública, directa o indirectamente, promueve la explotación de las mujeres, que legitime la desigualdad y atenta contra la integridad de las mujeres que infunde la violencia y el trato desigual hacia ellas.
La “Violencia institucional” es toda aquella que realizan personajes, autoridades y funcionarios públicos que obstaculicen a las mujeres en el acceso a las políticas públicas y que impidan ejercer sus derechos.
Existen muchas maneras de ejercer violencia, no sólo en los hogares, sino también en sitios públicos, aunque la principal y la que más polémica genera por el daño colateral que ocasiona es la “violencia psicológica”.
Lamentablemente, cuando se encuesta o se entrevista a mujeres que han sido maltratadas o violentadas sexual o psicológicamente no todas admiten haber sido víctimas de tales actos.
Texto y Fotos: Melisa Ortega
