Las mujeres cronistas en el Virreinato

Las mujeres cronistas en el Virreinato

Armando Díaz De la Mora

En esta ocasión hablaré de un grupo de mujeres, prácticamente inéditas, que durante la época virreinal en México se dedicaron a escribir crónica, con énfasis en biografía de otras mujeres, así como sobre la vida cotidiana en los monasterios femeninos de este periodo.

Primero entendamos brevemente que es la crónica histórica, género literario consistente en la narración donde se cuenta con personas que realizan los hechos conduciendo al desarrollo de estos acontecimientos.

En Nueva España comienza en 1519 con Hernán Cortés y sus cinco Cartas de Relación que son la crónica de sus actividades, acompañado de los soldados cronistas (siete más en total) que narran la conquista de los pueblos del Altiplano central mexicano. De hecho, estas primeras crónicas son las que más han sido estudiadas y reproducidas. La motivación para escribirlas, esencialmente no tuvo fines de preservación ya que los conquistadores “querían dejar constancia de la magnitud de su hazaña, de las penalidades y hambres que padecieron para sobrevivir en tierras desconocidas” (Martínez, JL, 1989).

Después vendrán los frailes en ese siglo XVI y principios del XVII que realizan repertorios de la cultura que veían desaparecer ante sus ojos pretendiendo inventariar y representar sus elementos. También en esos dos siglos aparecen los indígenas y mestizos que por prestigio y en muchos casos, defensa de sus pueblos y cultura, realizan la crónica de los orígenes de su sociedad con objeto de mostrar el pasado grandioso como elemento político para preservar privilegios, así como la afirmación de su identidad (Díaz de la Mora, A, 2009).

Definidos acertadamente al señalar “Los cronistas indios, con una admirable vocación cultural, aprendieron rápidamente el sistema de escritura europeo para dejar memoria del mundo que desaparecía” (Añon, V. y Battcock, C. 2013).  

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Sin embargo, inusitadamente –porque no es conocido muchas veces ni entre los académicos- se encuentran inéditas decenas de crónicas elaboradas por mujeres, todas ellas religiosas pertenecientes a alguno de los monasterios femeninos de Nueva España, que registran biografías de mujeres adscritas a esos conjuntos conventuales, significando un primer repertorio de preservación de la figura femenina como protagonista de hechos históricos. Es particularmente interesante hablar de ellas y sus obras, la manera en que se utilizaron por los hombres de su propia época y, la forma en que se perdieron al quedar relegadas en una sociedad en que la historia y la literatura estuvieron dominadas por los hombres.

Las mujeres cronistas en Nueva España

Prácticamente han transcurrido casi 5 siglos desde que en los conventos y colegios de mujeres se escribieron sus crónicas, pero mantenidos prácticamente en el anonimato; aun cuando muy pronto se habló de estos textos, (Franco, Fray A. 1645), los cuales fueron escritos por las propias monjas como parte de dejar la memoria de las actividades y logros de cada monasterio, así como el registro de sus miembros.

En la época virreinal, las menciones a las monjas cronistas, por parte de hombres, aun cuando ocupan sus trabajos en varios casos, son breves y hasta omitidas, solo Sigüenza y Góngora muestra aprecio por estas mujeres cultas y expone el problema “no ignoro el que de ordinario las desprecien los varones…” (Sigüenza, C. 1684).

Se han catalogado sesenta y un conventos femeninos, todos ellos debieron tener sus registros a través de la crónica, sin embargo, por tratarse de mujeres las autoras de los textos, quedaron en sus archivos, seguramente bajo la idea de que no serían publicados nunca. Excepcionalmente, los monasterios dependientes de la Provincia Franciscana del Santo Evangelio se relacionan (Vetancourt, Fray A. 1870) mencionando solo al de “La Concepcion” por sus archivos y evitando referirse a todos los demás incluidos para no señalar que fueron elaborados por mujeres cronistas.

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Para el año 2000 se reconoce que solo se conocen cinco textos de cronistas femeninas en el virreinato, solo dos de ellas están impresas.

De estas mujeres, religiosas, que se dedicaron a la crónica en el virreinato haré mención de algunas tomadas de la antología realizada en 1982 (Muriel J. 2000).  

  • Petronila de San José del convento de Jesús María, a quien Sigüenza menciona reconociendo que es la autora.
  • Antonia de Santo Domingo, quien trabajó al lado del citado Sigüenza para la formación de su Teatro Mexicano.
  • María de Cristo, del convento de Santa Teresa de la ciudad de Puebla, cuya obra sumada a un grupo de trabajos de otras religiosas del mismo monasterio permitieron la formación de una crónica muy completa.
  • Micaela de Santiago, originaria de Veracruz, profesó en 1606, narra la historia de siete mujeres que son coincidentemente viudas y con riquezas, las cuales comienzan su vida como beatas en Santa Teresa.
  • Melchora de la Asunción González de Mendoza, se le define como inteligente y culta, alcanzando el cargo de priora en el convento de Santa Teresa en Puebla. Se destaca por su Menologio en el que incluye a 9 mujeres religiosas.
  • Francisca de la Natividad Márquez Montenegro y Tapia, dedicó su trabajo a consignar la vida cotidiana de las monjas, en sus votos de pobreza, así como de la caridad que profesaban, aunque también escribió dos biografías.
  • Luisa de San Nicolás Fernández de la Fuente y de la Parra, alcanzó el cargo de priora realizando cuatro biografías de monjas notables, así como de la vida diaria del monasterio. El obispo Palafox y Mendoza la menciona como una gran religiosa.
  • Inés de la Cruz Castillet fue fundadora de Carmelitas en Ciudad de México y elaboró la primera crónica, fue considerada de gran talento en la música y en la literatura. Sigúenza y Góngora utilizó su obra para escribir ‘Parayso Occidental’.
  • María de la Encarnación Herrera de Pedroza, directora de música del monasterio, escribió la historia más amplia de la fundación del convento en Ciudad de México.
  • Teresa de Jesús, fundó un convento en Ciudad de México con sus propios recursos y escribió la primera crónica del convento al que se nombró Santa Teresa la Nueva.
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Hay información de monasterios en Valladolid (Hoy Morelia), Pátzcuaro, Guadalajara, Puebla y Querétaro, ésta última crónica, del año 1803, considerada de las finales en el Virreinato, escrita por Bárbara de la Concepción.

El interés de hacer voltear la mirada hacia las cronistas mujeres durante el Virreinato de Nueva España, hablar de ellas y resaltar su obra descansa en que su obra en conjunto permite la recuperación de biografías y acontecimientos que permiten identificar la vida en los conventos femeninos de la Nueva España. Se trata, sin duda, de precursoras del género en la historia.

Finalizo señalando que en Tlaxcala aun funciona un convento de mujeres, será muy importante acercarse a ellas y difundir su crónica, escrita por mujeres.