En el municipio de San Nicolás de los Ranchos, perteneciente al estado de Puebla, cada año se realiza un carnaval muy peculiar, en el que jóvenes y niños pintan casi todo su cuerpo de distintos colores para bailar y andar por las calles de la comunidad.
San Nicolás de los Ranchos, ubicado a las faldas del volcán, se caracteriza por la piedra negra y porosa que abastece toda la región, con la cual se elaboran molcajetes, metates y temolotes. Pero las características de su carnaval son lo que las distingue de otras regiones.
El carnaval se desarrolla durante tres semanas en el mes de febrero, pero los días más importantes son desde el 4 hasta el 6 de marzo. En donde peculiares personajes hacen su aparición en los escenarios callejeros para asustar y deleitar a los visitantes.
Sus colores pueden ir desde el negro y el plateado, y otros colores como rojo, dorado y verde. Son conocidos como los “xinacates”, “pintados”; ellos merodean las calles del municipio para bailar o espantar a los habitantes y turistas.
Esta es una tradición que se celebra año con año y que, gracias a su peculiaridad, ha alcanzado popularidad a nivel nacional, en donde estos curiosos personajes, junto con los llamados zapadores, zacapoaxtlas y zuavos bailan al ritmo del estruendo de sus mosquetones y la música de banda.
Los xinacates se pintan con un tinte en polvo y aceite de cocina, portan máscaras u objetos que les cubran los rostros, y llevan cadenas, cuchillos, machetes o cuartas. Suelen asustar a los habitantes con la amenaza de que les darán abrazos y los mancharán de pintura si no les dan una pequeña cooperación para su baño de vapor.
Los zacapoaxtlas, turcos, zuavos y zapadores, visten a manera de mofa recordando a la batalla del 5 de mayo en Puebla, en donde las tropas mexicanas hicieron frente al ejército francés.
Este estilo de huehues originalmente se desempeña en el municipio de Huejotzingo, que se encuentra al noreste de San Nicolás, pero debido a la cercanía comparten este estilo que incluso en el municipio de Nativitas en Tlaxcala se puede apreciar su influencia.
Acompañados de sus mosquetones, bailan a la par del estruendo de la pólvora que es inconfundible, debido a que a mucha gente le da miedo el estruendo, ellos detonan sus armas hacia el suelo o al aire, para evitar accidentes.
Los jóvenes pintados siguen esta tradición que tiene orígenes prehispánicos y que se hace en honor al coloso de Puebla, el Popocatépetl, para obtener buenas cosechas.
A pesar del calor y la sensación de ardor que el aceite les causa en sus pieles, no dudan en divertirse y bailar lo que dura el recorrido por las diferentes calles de San Nicolás.
El encargado y principal organizador del carnaval, Felipe Meneses, relató que este carnaval se realiza gracias al esfuerzo de los organizadores, es decir a unos cuantos vecinos que se organizan y gestionan para que el carnaval se lleve a cabo.
Ellos sin ningún apoyo por parte del presidente municipal organizan esta fiesta pre semana santa con sus propios recursos. Don Felipe comentó que otras personas se dan el crédito por el carnaval y no se les reconoce el esfuerzo que ellos hacen para que se lleve a cabo; destacó que a duras penas el presidente les concedió una patrulla para su seguridad y que sólo los apoyó con una banda de música.
Otra de sus quejas fue respecto a los fotógrafos. Mencionó que una escuela de fotografía organiza visitas o “photowalks” para ir a tomar imágenes de la festividad y que le cobra aproximadamente mil 500 pesos a cada alumno, pero que de ese recurso que recaban no lo comparten con los organizadores del carnaval, quienes realizan más gastos y no ven ninguna retribución.
Los organizadores se encargan de la música de banda, la comida para los danzantes, los gastos para la gestión de los recursos, que todo corre por su propia bolsa y llegan a gastar aproximadamente 70 mil pesos para que el carnaval se lleve a cabo, sin que tengan una remuneración.
Este carnaval también es conocido como “la fiesta de los jodidos”, pues, como ya se mencionó, todo corre a cuenta propia de los participantes y organizadores; se cuenta que al no tener los recursos necesarios para adquirir costosos trajes, optaron por usar pintura para cubrir sus cuerpos semidesnudos.
Los xinacates son los principales protagonistas de esta fiesta, pero también son la muestra viviente de que los habitantes son los que se encargan de tener viva su tradición y de que los jóvenes, aunque sea por mera diversión, también contribuyen para que dicha costumbre prevalezca.
Texto: Melisa Ortega Fotos: Jesús Alvarado, Melisa Ortega y ACA
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