El último adiós

Cerca del mediodía, dos familias llegan al último lugar de descanso de sus seres queridos; el ritual del último adiós se ve asediado por el ritual de la sanitización y sana distancia, que impide a los familiares despedirse como era la costumbre antes de la pandemia.

El saturado panteón municipal “El Carmen” de Chiautempan, apenas en el mes de mayo cerró sus puertas al público, pues pese a haberse declarado en cuarentena al estado de Tlaxcala en marzo de 2020, sólo hasta ese mes decidió cerrarse debido al aumento de decesos por SARS-CoV 2 en la entidad.

En el panteón únicamente se recibe a quienes acuden a sepultar a sus muertos -no a visitantes- con las debidas medidas sanitarias, es decir; los familiares deben llevar cubrebocas, gel antibacterial y un número reducido de personas para presenciar el sepulcro.

Las dos familias que llegaron, separadas por casi media hora de diferencia, realizan el cortejo fúnebre de manera distinta.

La primera familia caminó detrás de una carroza, que había recorrido algunas calles de la pequeña ciudad sarapera; los familiares que la acompañaban apenas sí sumaban los diez integrantes. Así mismo, el ritual del adiós consistió solo en bendecir la fosa con agua bendita –para permitirle al cuerpo ser recibido por la tierra- y dar un beso al féretro a través de la tela del cubreboca.

La mujer de quién se despidieron murió a causa de púrpura trombocitopénica y cáncer. Sus familiares guardaron silencio brevemente, casi de manera fría, para después depositar el ataúd dentro de la fosa, sobre los restos de otro familiar que yace en el lugar desde hace casi 25 años.

>>>  Celebra SSC primera reunión plenaria con directores de seguridad pública municipal

Por otro lado, la segunda familia llegó a la puerta principal con un número mayor de personas, los familiares hombres cargaron en hombros el ataúd hasta el lugar del sepulcro. Su pena fue más notoria, aún con el cubrebocas sobre sus labios, sus ojos delataban su pesar, y aquella tela en sus rostros se había empapado por las lágrimas.

Al hombre del que se despidieron, que falleció por su edad avanzada, le llevaron un guitarrista, reprodujeron una canción añeja con un dispositivo móvil para recordarle, así pues, olvidaron por un instante la pandemia y descubrieron sus labios para besar la madera del féretro.

La tradición

En Chiautempan antes era común hacer el cortejo fúnebre tradicional, que consistía en acompañar a pie a la carroza desde una de las parroquias o iglesias, hasta el panteón. Si la persona era alguien importante para su comunidad, se reunían grandes cantidades de personas, contrataban mariachis y cargaban grandes coronas de flores.

La tradición ha dictado por años que las familias acompañen a sus muertos y coloquen una cruz de madera en el sepulcro, que será reemplazada nueve días después por una de metal o piedra llevará el epitafio y el nombre de quién descansa en el lugar.

El ritual de la cruz también aglomera una gran cantidad de personas que le lloran a su difunto, le rezan, conviven, relatan y recuerdan historias, para luego despedirse en la casa del difunto con una gran comida, aunque no tan grande como la que se sirve después del funeral.

Aunque los tiempos modernos han provocado que algunos de los rituales se hayan adaptado a nuevas exigencias, las familias más tradicionales que tienen en su base educacional la fe católica, aún conservan esas tradiciones.

>>>  Se registra fuerte tormenta en la zona centro de Tlaxcala

Ahora, en tiempos de pandemia, se les da acceso también a las personas para colocar su cruz, en la cual solo se reciben a al menos 12 integrantes, si se llegan a juntar dos familias en el mismo día, se adecuan los horarios para que no queden empalmados.

El Carmen

Uno de los lugares más importantes para los residentes de la zona, es el panteón de “El Carmen”, que en sus poco más de dos hectáreas de terreno alberga más de tres mil restos humanos, eso sin contar los espacios reutilizados.

Y es que, precisamente debido a la saturación del panteón, los espacios se vuelven a reutilizar, pero solo por miembros de la familia, con la única condición de haber cumplido por ley mínimo diez años de haberse sepultado, para poder volver ocupar el espacio. También existen lotes vacíos dentro del panteón, pero esos ya han sido pagados y apartados por familias para su próximo uso.

Ángel Jiménez, quién se ha encargado del panteón municipal desde hace dos años, explicó que durante el mes de junio y en lo que va de julio, se ha incrementado el número de fallecidos que llegan hasta dicha morada. Él ha contabilizado al menos 15 entierros por Covid-19 en ese periodo, sin embargo, también han llegado urnas con cenizas.

Detalló que la cifra de sepelios era de 10 a 12 personas por mes antes de la pandemia, sin embargo, en lo que va de esta se ha incrementado de 28 a 30 personas, es decir un 70 por ciento, entre fallecidos por muerte natural y a causa de SARS CoV-2.

>>>  Tlaxcala Presente en el "México Week 2022" con alfombras de artesanos Huamantlecos

Asimismo, las medidas obligatorias para enterrar a fallecidos por coronavirus, son que las familias deben llevar el ataúd emplayado, es decir envuelto con plástico en su totalidad; mientras que los trabajadores deben portar overol, guantes y mascarilla para poder evitar contagios entre el personal.

Respecto a la saturación del panteón municipal, no prevé que pronto se tenga que llegar a exhumar restos para poder utilizar el espacio, pues se han cavado fosas profundas para albergar hasta cuatro cadáveres y llegar hasta ese grado tomaría algunos años más.

Texto y Fotos: Melisa Ortega