Durante las festividades decembrinas los artesanos elaboran piñatas tradicionales. El área de mayor concentración de éste producto es la zona de la “Vía Corta” que comprende los municipios de la Magdalena, Teolocholco y Mazatecochco.
En este mercado no sólo se pueden encontrar piñatas de diferentes tamaños y colores, sino que también dentro de los muñecos de personajes, la más controversial ha sido la piñata de bailarina exótica o “Teibolera”.
El estado de Tlaxcala es conocido como la “Cuna de la Trata” y la Vía Corta es una de las principales carreteras donde se desempeña el “sexo servicio”, que es alimentado por los clientes que transitan entre Tlaxcala y Puebla.
Es en esta carretera donde múltiples hoteles, auto hoteles, moteles, bares y clubes nocturnos atraen a cientos de clientes que no sólo pagan por ver a las bailarinas y consumen bebidas, sino que también ellos consumen mujeres.
En los pasados días algunos medios de comunicación digitales publicaron una noticia con respecto a las piñatas de “bailarina exótica” ofertadas en el mercado municipal Emilio Sánchez Piedras, mencionándolas como “la novedad” y tratándolas como la imagen de una sexoservidora convertida en piñata.
Debido a esa nota publicada, el ayuntamiento de Tlaxcala tomó acciones al respecto y mandó a retirar todas las piñatas del mercado, estigmatizando de alguna manera a los comerciantes y haciendo que los clientes las consigan sólo por encargo.
Cabe destacar que las piñatas de la Vía Corta no son elaboradas por los lugareños, sino que las traen desde Guadalajara, y debido a la demanda que se acrecentó por la “censura”, el precio se disparó hasta casi llegar a los 600 pesos.
La “Trata” se ha introducido tanto en la cultura que la demanda de estas piñatas en forma de mujeres voluptuosas que sostienen un tubo, ha crecido en los recientes años. Aunque esa misma cultura ha ocasionado que el “Pole Dance”, un baile exótico, sea confundido con el sexo servicio.
Cabe señalar que se considera a este baile como una rutina de ejercicio y gimnasia que puede desempeñar cualquier mujer de manera libre, mientras que la explotación de las mujeres de manera sexual, en la mayoría de los casos, ninguna mujer la desempeña por su propia voluntad.
También se ha convertido en un estigma que incomoda a la sociedad, pero de cierto modo se han acostumbrado a ello porque existe quien la consuma en sus diferentes facetas.
Parte de esa distorsión se debe a que la cultura visual consumista vende a las mujeres de un tipo que es “adecuado” para su venta, como aquella publicidad subliminal que inserta mensajes con contenido sexual en algunas imágenes publicitarias, o aquella que se logra observar en videos musicales, películas, novelas y comerciales, en los que se muestra a una mujer como un objeto de consumo.
Entonces se puede hablar de doble moral cuando se permite mostrar el cuerpo femenino como una pieza de carne que puede ser devorada quizá por la marca McDonald’s, o cuando una mujer decide mostrar su seno para alimentar a su criatura en un espacio público y es tachada de “inmoral”.
En Tlaxcala, diferentes instancias como el Centro Fray Julián Garcés y Organizaciones Civiles como Colectivo Mujer y Utopía, y Red Otoño, han analizado los contextos en los que se desempeña la trata de personas, exponiendo al secuestro de mujeres y la manipulación psicológica como principales agentes de la explotación sexual.
Se invitó a mujeres y hombres a participar en una acción, con el fin de romper una de estas piñatas.
Ellos lamentan que esta distorsión de la cultura cause que a las mujeres que visten de manera libre y practiquen el Pole Dance sean tratadas, por la misma sociedad, como mujeres que se venden.
“Si golpeas una piñata de bailarina exótica, no atentas contra una mujer real, rompes un tabú. Las mujeres no son un objeto”.
Texto y Foto: Melisa Ortega